Era junio de 1998. María Lidia Lemus estaba emocionada por su tercer embarazo, pero la noticia de que su esposo había dado positivo en una prueba del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) cambió su vida hasta la actualidad.
La semana siguiente, ella acudió a una clínica y recibió la misma noticia. Su mayor preocupación en ese momento fue encontrar la manera de no transmitirle la enfermedad a su esperado hijo.
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