La inteligencia artificial (IA) ha transformado la forma en que creamos y consumimos contenido digital. Desde chatbots hasta generadores de imágenes, estas herramientas han democratizado el acceso a la tecnología, pero a un costo ambiental que pocos conocen.
Recientemente, las imágenes generadas por IA al estilo Ghibli se volvieron virales en redes sociales, desatando una ola de creatividad. Sin embargo, detrás de cada una de estas imágenes hay un consumo significativo de recursos naturales, especialmente agua y energía.
Según un estudio realizado por la Universidad de California Riverside y la Universidad de Texas Arlington en 2023, generar una sola imagen con IA puede requerir entre 3 y 5 litros de agua. A escala global, esto se traduce en cientos de millones de litros desperdiciados en una actividad que, en muchos casos, no tiene más propósito que el entretenimiento.
Pero el problema no se limita al agua. Los centros de datos que alimentan estos modelos de IA consumen cantidades masivas de electricidad, gran parte de la cual proviene de fuentes no renovables. El MIT Technology Review reveló en 2024 que entrenar un modelo avanzado como GPT-3 de OpenAI puede consumir tanta agua como la necesaria para fabricar 370 automóviles BMW, aproximadamente 700,000 litros.

Además, cada consulta a herramientas como ChatGPT gasta cinco veces más energía que una búsqueda tradicional en Google, según la Agencia Internacional de la Energía. Estos datos ponen en evidencia una realidad incómoda: la IA, aunque innovadora, está contribuyendo a la crisis climática y a la escasez de recursos hídricos en un momento en que el planeta ya enfrenta sequías extremas y estrés hídrico.
¿POR QUÉ CONSUME TANTA AGUA?
La respuesta está en la infraestructura que la sostiene. Los centros de datos, esos gigantescos edificios llenos de servidores que procesan nuestras solicitudes de IA, generan enormes cantidades de calor. Para evitar el sobrecalentamiento, se utilizan sistemas de refrigeración que dependen del agua.
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Estos sistemas funcionan mediante torres de enfriamiento que evaporan agua para disipar el calor, un proceso que consume miles de millones de litros al año.
Además, la energía eléctrica que alimenta estos centros también requiere agua en su generación, ya que muchas plantas termoeléctricas dependen de torres de refrigeración similares. En otras palabras, cada vez que generamos una imagen con IA, activamos una cadena de consumo que va más allá de lo que vemos en la pantalla.

La situación es especialmente crítica en países con recursos hídricos limitados. En Lagos, Nigeria, por ejemplo, la escasez de agua ya es un problema grave debido al crecimiento poblacional y la infraestructura deficiente.
Sin embargo, la llegada de centros de datos dedicados a la IA ha exacerbado la presión sobre los suministros locales. Saudat Ajijola, profesora de la Universidad Lead City de Nigeria, señaló en una entrevista con scidev.net, que "la presión sobre los limitados recursos hídricos existentes puede haber tensado significativamente la provisión de agua limpia adecuada".
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Este es solo un ejemplo de cómo el impacto ambiental de la IA no se distribuye equitativamente, afectando desproporcionadamente a comunidades que ya enfrentan desafíos económicos y sociales.
Ante esta realidad, científicos y organizaciones internacionales han elevado la voz para advertir sobre los riesgos de un uso irresponsable de la IA.
La revista Nature publicó en 2023 una investigación que destaca cómo el auge de la IA generativa está impulsando la construcción de nuevos centros de datos, muchos de los cuales dependen de combustibles fósiles.

Por su parte, el MIT alertó en un estudio de 2024 que, si no se toman medidas, los centros de datos podrían convertirse en uno de los cinco mayores consumidores de electricidad del mundo para 2026, superando a países enteros como Japón o Rusia.
Estas advertencias no son exageradas: el ritmo actual de crecimiento de la industria es insostenible, y cada nueva versión de modelos como GPT o DALL-E demanda aún más recursos que sus predecesores.
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CONSUMO RESPONSABLE
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha respondido a esta crisis con un llamado a la acción. En un informe de 2024, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) urgió a los gobiernos a implementar regulaciones que obliguen a las empresas de tecnología a transparentar su consumo de agua y energía.
Además, propuso medidas concretas como migrar los centros de datos a energías renovables, optimizar los horarios de entrenamiento de modelos de IA para reducir la evaporación de agua y promover el desarrollo de algoritmos más eficientes.
La UNESCO, por su parte, ha abogado por un enfoque ético en el uso de la IA, destacando la necesidad de evaluar cuidadosamente cuándo su implementación es realmente necesaria y no un lujo.

Pero la responsabilidad no recae únicamente en gobiernos y empresas. Los usuarios también tenemos un papel crucial en reducir el impacto ambiental de la IA.
Pequeñas acciones, como evitar generar imágenes por moda o preferir herramientas con menor huella ecológica, pueden marcar una diferencia significativa. Como señaló Shaolei Ren, investigador de la Universidad de California Riverside, "no regaríamos el césped al mediodía; tampoco deberíamos 'regar' la IA en horas de alto consumo".
Esta analogía resume bien el cambio de mentalidad que necesitamos: la IA es un recurso valioso, pero no infinito, y debemos usarla con la misma conciencia con la que administramos el agua o la electricidad en nuestros hogares.
En conclusión, la IA tiene el potencial de revolucionar industrias y mejorar vidas, pero su desarrollo no puede darse a costa del medio ambiente. El caso de las imágenes al estilo Studio Ghibli es solo un ejemplo de cómo tendencias aparentemente inocuas pueden tener un impacto acumulativo devastador.
Frente a esto, la solución no es rechazar la tecnología, sino adoptarla de manera responsable. Esto implica exigir transparencia a las empresas, apoyar políticas que promuevan la sostenibilidad y, sobre todo, reflexionar antes de dar clic: ¿realmente necesitamos generar esta imagen, o es solo un capricho momentáneo?
La respuesta a esa pregunta puede ser el primer paso hacia un futuro donde la innovación y la conservación vayan de la mano.
(Artículo elaborado con asistencia de IA)
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