“Viene un tiempo más alegre”, dice Vicente Aguiluz en un video, el primer bailarín de ballet folclórico nacional que se unió a la inspiración de Morena Celarié de fundar el Ballet Folclórico Nacional de El Salvador en 1961.
Este 2 de septiembre, la familia del bailarín recibió la noticia de su fallecimiento al rededor de las 12 horas en el Hospital Médico Quirúrgico del ISSS, al presentarse un paro cardiáco y culminar su última lucha con un cáncer de esófago.
Aún sin confirmarse la hora de los servicios correspondientes, los restos mortales del ícono de la danza folclórica nacional serán velados en Funeraria Capillas Memoriales, de San Salvador y su lecho de descanso estará en Parque Memorial La Resurrección.
La admiración del primerísimo bailarín por la obra y legado de Morena Celarié lo inspiró a luchar mientras enfrentó distintas afecciones propias de la edad a sus 85 años, cumplidos el pasado 19 de julio de este año.
“El ballet folclórico nacional es la continuación de la obra que dejó Morena (Celarié) en Turismo. No es que nació de nuevo, sino que es la continuación de la obra realizada por Morena en el Instituto Salvadoreño de Turismo”, dijo en el mismo video en el que asegura que su amigo y bailarín, German Jaime Paz, será el encargado de continuar con su legado y el resguardo de la obra de Morena.
“Esto necesita un sacrificio grande, para poder desplazarse en el país y poder formar gente nueva”, dijo en su mensaje a los jóvenes, donde su amiga, comunicadora y periodista, Tania Primavera, logró grabarlo en video con motivo de celebrarse, como cada 29 de abril, el día internacional de la danza, en 2021.
De acuerdo con una nota publicada en elsalvador.com la fecha de cumpleaños de Vicente Aguiluz en julio de 2022, el bailarín, que se unió al proyecto de Morena Celarié en la década de los 60’s, lamentaba, a su avanzada edad, que el baile folclórico actual ya no represente fielmente la vida y costumbres de los pueblos salvadoreños.
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Esto puede atribuirse a un debilitamiento de la investigación de costumbres históricas como fue la base de los estudios etnográficos que sustentaron la creación de las coreografías de Morena Celarié.
Lo que ayudó a Celarié, formada en Bellas Artes en México, a preparar la coreografía incluida en el filme “El Rostro”, del cineasta Alejandro Cotto, donde incluso realiza un performance que imita movimientos animales y de la flora.
Tania Primavera Preza confiesa que ha llegado a aprender sobre esta pareja de baile, de primera mano, gracias a la amistad que ha cultivado con el importante bailarín, Vicente Aguiluz, ya que el bailarín era asiduo asistente al Museo de la Palabra y la Imagen hasta que previo a la pandemia empezó a tener dificultades para movilizarse y escuchar.
En la última nota de elsalvador.com sobre Vicente Aguiluz, se conoció que el bailarín que fue distinguido por decreto legislativo en 2004 como Distinguido Artista de El Salvador, en 2022, solo goza de una pensión de $150.
Tras haber dirigido el Ballet Folclórico de UGAASAL, Unión General de Artistas y Autores Salvadoreños y el Instituto Nacional de Pensiones de Empleados Públicos (INPEP) y haber trabajado como maestro de danza, el amigo de Tania por más de 10 años, ya venía arrastrando problemas de diabetes, vías urinarias y de visión.
Recientemente, a finales de agosto, Aguiluz presentó dolores en el cuello que lo llevaron a ser ingresado bajo cuidados médicos y respiración asistida en el Médico Quirúrgico del Instituto Salvadoreño del Seguro Social.
El deseo de Tania ha sido ayudar al bailarín folclórico junto con el apoyo de otros artistas y por el momento, ha cumplido parte de sus intenciones asistiendo a la hermana de Vicente. Teresita, y su familia.
Tania cuidó de las necesidades y atenciones de salud del bailarín que todavía dudaba que haya habido un proceso adecuado tras el deceso de su compañera de baile, en 1972, el día de su cumpleaños 50.
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“Siempre tuvo mi amistad, mi cariño, y estuvo en mi casa también una vez, no importaba la edad para mí. A mí siempre me importó su amistad y darle el valor como artista”, recalcó Tania en una plática reciente con elsalvador.com.
Tania recuerda que la primera vez que habló con el maestro, y promotor del ballet folclórico, ocurrió cuando “él dio una charla en un lugar que se llamaba Nuestra América”, cerca del Museo de la Palabra y la Imagen”, en donde él la llamó y ella se acercó con el máximo respeto.
“Él fue una persona que no ninguneaba a nadie. A veces, uno se siente menos, pero siempre ha sido una persona que hace sentir a los demás bien. Una persona que dignifica a los otros”, remarcó la comunicadora del MUPI.
Para Tania, todavía queda mucho por hacer para dignificar a los artistas salvadoreños que para la literatura, pintura y danza forman parte de los “pilares de la identidad de El Salvador” junto a personajes como Salarrué y Claudia Lars.
Y es importante no permitir que su aporte al arte nacional quede en el olvido, cuando un artista salvadoreño, que para Tania fue un amigo y un maestro, ha salido de este escenario físico y comienza el baile que siempre anheló.