Aunque parezca mentira, el término bullying, tan de moda en estos tiempos, es relativamente nuevo. Lo acuñó en 1993 el psicólogo noruego Dan Olweus, catedrático de la Universidad de Bergen, a partir de estudios sistemáticos realizados en los años 70' del pasado siglo XX sobre el suicidio de algunos adolescentes.
Bullying viene del vocablo inglés "bull" (toro), porque implica actuar como un toro en el sentido de pasar por encima de otro u otros sin contemplaciones. En el idioma español la traducción que más se ajusta es acoso u hostigamiento.Es importante saber que el bullying es un triángulo con tres vértices: uno puede ser víctima, espectador o acosador.
Es relativamente fácil detectar si nuestro hijo es víctima de bullying, ya que seguramente el niño no querrá ir a la escuela o tendrá temores de ir y venir solo. Puede que presente moretones y su ropa se vea sucia. Además, seguramente regresará a casa sin algunos objetos personales, o en todo caso dañados. También pueden tener problemas para dormir, pesadillas, tristeza y se les notará más aislados.
Sin embargo, no es tan sencillo identificar a un hijo acosador, aunque algunos detalles podrían delatarlo. Atención con aquellos que llegan a casa con cosas que no son de él, incluso dinero. Alguien con ese perfil tendrá mucho secretismo sobre sus actividades en el colegio, lo podemos ver con malas compañías y poco interés en los estudios, esto último algo que comparten con los niños maltratados. En caso de que lo acusen de hacer bullying, simplemente negara los hechos o los explicara de manera que parezca que él solo se defendió del otro.
Y, por último, están los espectadores, que en un grupo escolar acaban siendo mayoría. Podría ser que nuestros hijos disfruten de ese hostigamiento. Podría detectarse si vemos que comenta con entusiasmo ver agredirse a sus compañeros, si toma fotos o video y los comparte, incluso si promueve o incita al bullying indirectamente.
Como padres, si nuestro hijo es el agredido hay que tratar de incrementar su autoestima, hablar con las autoridades escolares. También es bueno que reciba clases de defensa personal, como karate o algún arte marcial. Y desgraciadamente, en casos extremos, habrá que cambiarlo de centro de estudios, pero siempre con asesoría psicológica, para que ello no influya tanto en su vida futura.
En los colegios deberían tener más control sobre los alumnos, tanto de maltratadores como maltratados, y recomendar terapias. Además, en casos extremos, echar del colegio a los alumnos con perfiles de acosadores. En la actualidad las instituciones educativas no cumplen del todo ese rol, y se complica más porque las escuelas suelen estar abarrotadas, lo que hace más difícil controlar a los estudiantes.
Algo es seguro. Es más fácil revertir una situación de hijo acosado que de uno acosador. Los acosadores pueden tener patologias que se irán mostrando a medida que vayan creciendo, desde transtornos de conducta severos a uso de alcohol y drogas, sexo temprano e indiscriminado, incluso adicción al juego. En cambio, alguien que sufre acoso, con una buena terapia y el apoyo de la familia, podrá superarlo.
Sin embargo es importante apuntar que una persona sometida al bullying, en sus peores días es capaz de cualquier cosa. Y como ejemplo más reciente, el caso de los asesinatos en la escuela de Uvalde, Texas. Salvador Ramos, el asesino de 18 años, fue víctima de bullying cuando asistía a ese mismo instituto escolar en el pasado.