Desde hace algunos años se hizo muy popular el término "red flag" (bandera roja en español), el cual se utiliza como señal de advertencia sobre el comportamiento de otras personas hacia nosotros.
Las "red flags" te alertan sobre ciertas personas que te rodean (parejas, amigos, familia o compañeros de trabajo), ya que su forma de actuar podría estar afectando tu salud mental, sobre todo, cuando estas señales son muchas o muy repetitivas.
¿Cómo detectar una "red flag"? Es fácil. Solo ponle atención a las acciones y maneras de comportarse de las personas. Si identificas actitudes como inconsistencias entre palabras y acciones, falta de respeto, críticas destructivas, falta de empatía, manipulación y violencia física, evidentemente estás rodeada de banderas rojas.
Por lo tanto, es importante que te alejes lo antes posible de parejas o amigos que intentan minimizar tus sentimientos o muestran patrones negativos recurrentes en sus relaciones pasadas. Confía en tu intuición: si algo no se siente bien, es una señal de que podría haber un problema.
Pero, ¿cómo puedes detectar tus propias "red flags"? Debes observar patrones de comportamiento que dañan tus relaciones o metas, como actitudes negativas, dificultad para aceptar críticas, o tendencia a evitar responsabilidades.
"En el camino del autoconocimiento y el crecimiento personal, es crucial identificar y abordar las red flags o señales de advertencia que pueden indicar problemas subyacentes en nuestra salud mental y emocional", indicó el sitio web psicologiasexologiamallorca.com.
Por ello, es necesario que a través de este artículo reflexiones sobre cómo tus acciones afectan a los demás y a ti mismo. A continuación, te compartimos algunas banderas rojas que podrías tener: identifícalas y trabaja en ellas para ser una mejor versión de vos misma.
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Negar emociones
"La evitación emocional es la raíz de muchos de los problemas en psicología. Algunos ejemplos de ello son: notar que no podemos llorar, evitar situaciones que nos ponen nerviosos, no querer expresar lo que sentimos. Para poder superar ese miedo a la propia emoción, no queda otra que permitirnos sentir y expresar nuestras emociones. La música puede ser un buen vehículo para canalizarlas, de la misma forma que hablarlas con alguien de confianza puede aliviarlas mucho", detalló el sitio psicologiasexologiamallorca.com.
Autocrítica excesiva
Tener pensamientos constantes de autodesprecio o sentir que nunca eres lo suficientemente buena, incluso cuando logras cosas positivas, es una gran red flag que debes cambiar cuanto antes, ya que está afectando tu autoestima.
Nunca pedir ayuda
Creer que siempre debes hacerlo todo por ti mismo y evitar buscar apoyo de otros, puede llegar a perjudicar tu vida por varias razones: te aumentará el estrés, desarrollarás una falsa autoestima, tendrás agotamiento físico y mental, y no te permitirá construir relaciones sanas.
Evitar la confrontación
Reprimir tus emociones o problemas importantes por miedo al conflicto con los demás, te puede generar resentimiento y ansiedad acumulada. Por ello, lo recomendado es siempre expresar lo que te afecta o te molesta, nunca te guardes nada.
Pensamientos negativos
Si tus pensamientos están dominados por lo peor que podría suceder, o si constantemente te anticipas al fracaso y la negatividad, podrías estar aumentando los niveles de ansiedad y estrés, lo que podría derivar en problemas como la depresión. Ante ello, busca ayuda psicológica cuanto antes para cuidar tu salud mental.
No poner límites
Cuando permites que otras personas te exploten emocional o físicamente porque te sientes incapaz de decir "no" por miedo al rechazo o al conflicto, te estás vulnerando y permitiendo que otras personas decidan por ti.
Descuidar tu salud
Una de las más grandes banderas rojas es cuando no priorizas tu bienestar, salud o descanso, ya sea por enfocarte demasiado en los demás o por no darte el permiso de cuidar de vos misma. Hazle caso a las señales de tu cuerpo. Que te tiemble el párpado o que se te caiga el cabello, es una clara alerta de que algo no anda bien.
Procrastinar
Procrastinar reduce la productividad y la calidad del trabajo, ya que posponer actividades importantes suele llevar a hacerlas a última hora. Esto también genera sentimientos de culpa y frustración, afectando la autoestima y la motivación. Con el tiempo, la procrastinación se convierte en un hábito difícil de romper, afectando tanto el rendimiento personal como las relaciones con los demás.
Validación extrema
Buscar constantemente la aprobación de los demás para sentirte valiosa o suficiente puede ser perjudicial porque te lleva a depender de factores externos para tu autoestima, lo que te hace vulnerable ante los demás. Este patrón te puede generar ansiedad, ya que buscas la necesidad de cumplir con expectativas ajenas, perdiendo tu autenticidad y capacidad de tomar decisiones por ti misma.