Muchas personas están que no caben de felicidad al saber que las vacaciones de Semana Santa están por comenzar. Hay quienes tienen entre sus planes irse con sus familiares o amigos a algún lugar turístico que tenga piscinas y así pasarla de maravilla. Sin embargo, son pocos lo que, probablemente, se han puesto a pensar en las infecciones que pueden llegar a adquirir al chapotear o nadar en las albercas concurridas.
No por asustarlos, pero de todos es sabido que una persona puede llegar a depositar en una piscina sudor, mocos, saliva, saliva, heces y otros fluidos corporales que ya ustedes se podrán imaginar. Asimismo, en las albercas también suelen meterse personas con hongos en los pies e infecciones en sus zonas íntimas. Todo esto pone en riesgo la salud de la gente.
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Según una encuesta realizada por el Concejo de Calidad y Salud del Agua en España, un 40% de los adultos confesó haberse orinado en una alberca. Un 24% señaló que se han dado un chapuzón una hora más tarde de haber tenido un episodio de diarrea. Pero, lo peor no acaba ahí: existe un alto porcentaje de personas que no se duchan antes de entrar a la piscina. Un 48% nunca lo hace y sin saberlo, comparten su sudor y fluidos corporales con otros veraneantes.
Entre las enfermedades que se pueden adquirir en las piscinas se encuentran las siguientes:
Otitis externa. También llamada otitis de las piscinas, ocurre cuando el agua se queda retenida en el conducto auditivo externo. El ambiente húmedo del conducto auditivo propicia la contaminación con gérmenes. Esta infección suele ser bacteriana y en un 20%, micótica (infecciones provocadas por hongos). Picazón y dolor en el oído son los principales síntomas de la otitis.
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Diarrea. Es el trastorno más frecuente padecido en este entorno. Es posible que aparezca por una ingestión de agua mal clorada, que puede contener gérmenes normalmente de origen fecal y que puede llegar a producir una diarrea infecciosa.
Pie de atleta. Es una infección por hongos que suelen alojarse en el suelo y que afecta a la planta del pie. Provoca que la piel se ablande y se inflame, además de que se formen grietas.
Irritación en los ojos. Muchas personas culpan al cloro de este tipo de irritación, sin embargo, no siempre es así. Según Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC, por sus siglas en inglés), la culpa de esa irritación no solo la tiene esa sustancia química utilizada para luchar contra las bacterias en el agua. Según esta entidad, el verdadero motivo se encuentra en la presencia de fluidos corporales -como la orina, el sudor o las heces- en el agua. De acuerdo a CDC, el nitrógeno de esos fluidos se mezcla con el cloro, formando un subproducto que se conoce como cloraminas, que son las que realmente causan la irritación.