El cáncer, ese viejo enemigo de la especie humana, ha ido revelando sus secretos gracias a los espectaculares avances de la medicina, pero el campo de investigación es aún inmenso.
El cáncer es provocado por la transformación de células, que proliferan de manera anormal e incontrolada. Causa unos 10 millones de muertes al año en todo el mundo.
Tras décadas de investigación intensiva, se conoce mucho mejor sus orígenes y características. Por ejemplo, ahora se sabe que no hay "un" cáncer para un órgano, sino que puede manifestarse de forma diferente. Y que un mismo tipo de cáncer puede provocar tumores diferentes.
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"Hablar de un cáncer de colón o de un cáncer de seno no quiere decir nada: el reto actualmente es definir a qué se parece un cáncer desde un punto de vista biológico", explica a la AFP el médico Fabrice André, director de investigaciones del centro especializado francés de Gustave-Roussy.
Por ejemplo, existen tres grandes clases de cánceres de seno que no responden igual a un mismo tratamiento.
En los últimos años "el desarrollo de las tecnologías moleculares ha permitido identificar mejor cuáles son las proteínas anormales que deben ser frenadas" para cada tipo de tumor, añade el profesor André.
Esa mejor comprensión de la enfermedad permitió la emergencia en los años 2000 de terapias selectivas, cuyo objetivo es una mutación genética en particular.
Inmunoterapia
La quimioterapia fue durante años el único tratamiento viable, sin focalizarse en la zona concreta afectada. Los efectos secundarios solían ser severos.
Para algunos tipos de cánceres, como ciertas leucemias, "las terapias selectivas fueron una revolución", destaca Bruno Quesnel, director de investigaciones e innovación del Instituto Nacional del Cáncer (Inca) en Francia.
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En la última década fue la inmunoterapia la que aportó los progresos más importantes a la oncología.
Su principio es que el paciente se convierte en su propio medicamento.
A diferencia de las quimioterapias, ya no se ataca a las células cancerígenas en si, sino que se refuerzan las células inmunitarias que las rodean, para que las destruyan.
Gracias a este descubrimiento James Allison, de la universidad de Texas, y Tasuku Honjo, de la universidad de Kyoto, ganaron el Nobel de Medicina en 2018.
En el caso de algunos cánceres, ese descubrimiento fue capital. Por ejemplo, antes de 2010, las posibilidades de supervivencia de un melanoma metastatizado (el cáncer de piel más grave) eran muy escasas. Gracias a la inmunoterapia, la esperanza de vida aumentó hasta diez años, en lugar de unos cuantos meses.
Sin embargo no todos los tumores responden positivamente a ese tratamiento, que también puede provocar efectos secundarios.
Inteligencia artificial
"Estamos apenas en el inicio de la inmunoterapia", asegura Bruno Quesnel. Sus aplicaciones son variadas: anticuerpos bioespecíficos, terapias celulares y alogénicas (células CAR-T)...
"Ahora de lo que se trata es conseguir la correcta combinación de tratamientos", advierte Pierre Saintigny, oncólogo del centro Léon Bérard de Lyon.
"Con la inmunoterapia hemos subido un peldaño en el tratamiento del cáncer, pero aún quedan otros muchos para aquellos pacientes que no tienen acceso" a ese tratamiento, explica.
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Los investigadores tienen también a su disposición las biotecnologías para desarrollar nuevos medicamentos, cada vez más selectivos y menos tóxicos.
Y la última arma, recién llegada, es la inteligencia artificial (IA), que permite una mejor definición del pronóstico del cáncer.
Gracias a ella, "podremos identificar qué pacientes pueden beneficiarse de un tratamiento corto", asegura Fabrice André. Su principal ventaja es la progresiva desescalada del tratamiento, y por ello, una reducción de costes.