Los 12 días de luto oficial por el fallecimiento de la reina Isabel II de Inglaterra nos han dejado un par de lecciones sobre moda, tradición y construcción de identidad a través del vestuario.
La jornada fúnebre ha estado marcada por diversas muestras de respeto por parte de monarcas y otros dignatarios de todo el mundo. Entre esas señales de luto toma especial relevancia la vestimenta.
¿Decisión estilística o cuestión de tradición? Ya fuera con sombrero de ala ancha, pamela o diadema, las asistentes al funeral de Estado han cumplido al pie de la letra el código de vestimenta de la ocasión.
El protocolo dicta que las mujeres deben asistir con traje de cóctel negro y con sombrero. La misma reina fue quien revisó cada detalle de su entierro, incluso escogió las flores que tenía que llevar en el ataúd. Todo estaba medido con anticipación.
Una experta en protocolo consultada por el medio español El País afirma que no se trata de un reglamento estricto, sino de sugerencias que pueden o no ser tomadas en cuenta.
Claro está que tomar dichas sugerencias es una señal de respeto hacia la difunta homenajeada. Es por ello que hemos visto a Jill Biden (primera dama de Estados Unidos) asistir con una diadema; a la pequeña princesa Carlota de Gales con un sombrero negro con cinta de terciopelo; la reina Letizia de España acudió al servicio funebre luciendo un tocado a lo Jackie Kennedy con velo, de igual forma lo llevó Brigitte Macron (primera dama de Francia).
¿Qué más dice el protocolo? ¿Se deben cumplir estas reglas de vestimenta?
No se puede negar que el uso del sombrero es parte de la cultura inglesa, y no necesariamente solo en los funerales, también en las carreras de caballos de Ascot se llevan sombreros y tocados. Toda una generación de británicos no se puede imaginar la vida sin un sombrero.
Coincide que este ha sido un funeral de Estado, un servicio para despedir a la defensora de la fe, cabeza de la religión anglicana, y la costumbre de cubrir la cabeza de las mujeres ha sido una constante en el cristianismo.
Costumbre que algunos hombres replicaron, en este caso debido a sus rangos militares y prácticas culturales. El rey Felipe VI de España o el rey Carlos III, como jefes de Estado y además jefes supremos de las Fuerzas Armadas de sus países. El rey Abdalá II de Jordania llevó una tradicional “hatta”, un pañuelo de uso milenario.
Repasando la historia vemos que Isabel II desterró costumbres de aires victorianos, como el velo completo, y acudió al sepelio de su madre con un sombrero negro adornado con una sencilla lazada lateral.
En el funeral de Estado del primer ministro Winston Churchill, en 1965, la reina también había recurrido al sombrero, sin velo, definiendo así la etiqueta que ha querido instaurar en su propia ceremonia. “Es una etiqueta acorde con el legado de la persona a la que se está homenajeando”, destaca el medio español Smoda.
Las nuevas herederas del joyero real
Es por esta razón que las damas de la familia real usaron joyas con un significado especial y conexiones personales con la reina Isabel II en su funeral de Estado en la Abadía de Westminster este lunes.
Algunas de las piezas habían sido prestadas a miembros de la familia real por la reina. Camilla, reina consorte, lució una pieza histórica de diamantes y zafiros de la colección de la familia real, un broche conocido como el "broche de diamantes del jubileo de Hesse" que alguna vez fue propiedad de la reina Victoria.
Una pieza que un grupo de sus nietos le regaló a la reina Victoria, específicamente, los descendientes de su hija, la Princesa Alicia, Gran Duquesa de Hesse y Rin, para honrar su Jubileo de Diamante en junio de 1897. Así lo identifica el sitio Court Jeweller, la pieza presenta el número cirílico 60 (para los 60 años de Victoria en el trono) en diamantes y tres zafiros cabujón.
Catalina, princesa de Gales (más conocida por su nombre de soltera, Kate Middleton) llevó una gargantilla de perlas de cuatro vueltas y los pendientes de perlas de Bahréin que llevaron en el pasado la reina y la princesa Diana. Las piezas de joyería están hechas con perlas que la entonces princesa Isabel recibió como regalo de boda de parte del rey de Baréin tras su matrimonio con Philip Mountbatten.
Isabel utilizó el conjunto de perlas de Bahréin con mucha frecuencia en la primera parte de su reinado, particularmente en escenarios que requerían tiaras.
"La reina compartió joyas con otros miembros de su familia en gran medida como una forma de proporcionarles las piezas que necesitaban para usar en ocasiones importantes", revela Lauren Kiehna.
Kiehna, hace una crónica de las colecciones de joyas de las familias reales del mundo en su sitio web, Court Jeweller. La experta ha hablado sobre la importancia de la práctica de la reina de prestar joyas. "Creo que a veces hay cierta resonancia sentimental involucrada con algunos de los préstamos, que generalmente se otorgaron a largo plazo", afirma.
Otros regalos de parte de la reina
Por su parte Meghan, duquesa de Sussex y la princesa Carlota de Gales, usaron joyas que les había regalado la reina.
Meghan, duquesa de Sussex, le dijo a Oprah en la entrevista de marzo de 2021 que ella y la reina viajaban en tren a un compromiso oficial cuando la monarca le regaló "unos hermosos aretes de perlas y un collar a juego". “Desayunamos juntas esa mañana y ella me dio un hermoso regalo. Realmente me encanta estar en su compañía”, reveló Meghan en aquel momento.
El Palacio de Buckingham confirmó el lunes que el discreto broche de herradura de diamantes que usó la princesa Carlota fue un regalo de su bisabuela, la reina, a quien ella y sus hermanos llamaban "Gan-Gan". El amor de la Reina por los caballos fue una de las constantes definitorias a lo largo de su vida.
Durante los 12 días de luto oficial hubo piezas con muchas conexiones con la memoria de la difunta reina, así como piezas que refuerzan la historia de la familia y la monarquía. Gran parte de lo que hemos visto en los últimos días se ha centrado en reforzar la continuidad de la monarquía, y las joyas sirven como un recordatorio del legado que la familia real trabajará para continuar.