“Lo que encuentro tan fascinante sobre el estilo real en particular, es la forma en la que las mujeres usan su ropa. Una gran parte de su trabajo es aparecer en público. No dan entrevistas reveladoras ni hablan mucho. Su ropa es tan hermosa, pero también significa mucho. Es una prueba del poder de la moda”, dijo Elizabeth Holmes a la revista People.
Holmes es periodista especializada en moda monárquica. En su libro HRH, habla que para Isabel Alejandra María Windsor, los sombreros formaron parte de su uniforme de trabajo: “El sombrero es un recordatorio de que la reina está contratada para un servicio, para un trabajo”.
Es inevitable separar el factor moda de una figura como Isabel II, quien a lo largo de su vida estuvo rodeada de todo el vestuario que cualquier mujer sueña. Sin mencionar las joyas, los abrigos, los zapatos y los bolsos.
Angela Kelly fue la encargada de vestir a la reina Isabel II cada día, durante los últimos 28 años de su vida. En 2019 Kelly hizo algo que nunca antes había sucedido. La reina Isabel II concedió permiso a uno de sus empleados y confidentes más estrechos para publicar un libro en el que que se cuente su día a día junto a ella.
“The other side of the coin” (El otro lado de la moneda), recoge las memorias de Angela Kelly al lado de su majestad. A ella debemos algunos de los estilismos más icónicos de Ia madre del ahora rey Carlos III de Inglaterra y su peculiar estilo monocolor en abrigos, sombreros y bolsos únicos.
Angela Kelly tiene 64 años y trabajó para la reina Isabel II desde 1993. Cuando la reina le ofreció un puesto en el palacio como ayudante de vestuario.
Dos amigas hablando de ropa y joyas
La confianza entre ambas fue total y la estilista asegura que su relación podría calificarse de amistad. “Me ha permitido ser una persona cercana a ella, aunque nunca me paso de la raya. Solemos hablar de ropa, maquillaje y joyas como dos mujeres normales”, dice en sus memorias publicadas hace tres años.
De origen humilde (es hija de un estibador de Liverpool), en 1992 Isabel II se cruzó en su camino. Kelly trabajaba como ama de llaves en la casa del embajador de Reino Unido en Alemania. Allí conoció a la abuela de Guillermo y Harry.
Para el año 2002, Angela Kelly ya se había ganado la total confianza de Isabel II. Prueba de ello es que la reina la nombró ayudante personal, asesora y comisaria de joyería, insignias y vestuario.
Desde entonces el aspecto de Isabel II en cada aparición pública dependió directamente de Angela Kelly, quien además diseñó numerosas prendas que la reina lució.
En uno de los libros reeditado y puesto al día para coincidir con el cumpleaños 96 de la reina y su 70 aniversario en el trono, Kelly explica cómo durante la pandemia se convirtió también en la peluquera de la soberana, algo que la ponía muy nerviosa, porque la reina sabe perfectamente cómo quiere su estilismo.
Kelly escribe que al terminar su labor tomaba un trago de gin al llegar a su casa en los jardines del Castillo de Windsor. Misma ginebra con la que, según ha dicho en otras ocasiones, mezcla con agua para lavar los diamantes de la Corona.
El alhajero
Para Kelly, los sombreros de la reina despertaban un gran interés, sobre todo durante las carreras de caballos de Ascot, una cita que Isabel II nunca canceló. Semanas antes del evento, las casas de apuestas se llenan de pujas por el caballo ganador y también, por el color del sombrero que llevaba la reina ese día.
Para evitar que algún empleado del palacio de Buckingham revelara cómo era el vestuario de la monarca, Kelly dejaba preparados varios estilismos de diferentes colores entre los que la reina finalmente elegía uno.
Volviendo con Holmes, ella asegura que el estilo de Isabel II fue evolucionando desde que era una niña hasta su coronación en 1953 y, luego, hasta finales de la década de los 90, cuando empezó a utilizar abrigos de colores vivos.
Isabel II jamás se dejó ver en público sin algún collar, broche o pendientes. Su alhajero seguirá atesorando auténticas joyas, algunas heredadas y otras que se fueron adquiriendo en sus largos 70 años de reinado. Se sabe que Camila de Cornualles tiene acceso a algunas de estas joyas, pero en su mayoría pasarán a la manos de Catalina de Cambridge.
El broche Cullinan V, compuesto por varios diamantes, la tiara “The Girls of Great Britain and Irlanda” que data de 1893, o la Kokoshnik que heredó de la reina Alexandra con oro blanco y diamantes, son solo una pequeña muestra de las joyas que lució en alguna ocasión la que fuera soberana más longeva del mundo.