Hay talentos que duermen en el alma, esperando el momento de ser despertados para brillar. Y Celina Morales, artista autodidacta del dibujo a grafito, es prueba de ello. Inesperadamente la pandemia por el COVID-19 fue el detonante de su redescubrimiento artístico.
Lo que comenzó como una actividad para sobrellevar el confinamiento, se convirtió en el catalizador que puliría sus habilidades innatas. El arte no fue un llamado que ella persiguió, sino que la encontró aquel día en que ella desempolvó sus viejos lápices de grafito sin imaginar que eso se convertiría en la brújula de su creatividad para darle un nuevo enfoque a su vida.
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“A veces no nos damos la oportunidad de practicar nuestros talentos o un hobby porque pensamos que nos tiene que dar algo a cambio. En la pandemia con ese tiempo de sobra me puse a pensar qué tal si hago algo solo porque me gusta y punto. Dije, tengo tiempo, ahorita es el momento de aprender acuarela que me parece una técnica bien compleja. Pero cuando me dispuse a empezar no encontré las acuarelas, pero sí encontré mis lápices de grafito que eran una caja básica de las que ocupaba en el colegio. Entonces dije bueno, ya estoy sentada, aquí tengo lápices, voy a dibujar”, rememoró la artista.
Sin tener una preparación en la técnica del grafito, Celina empezó dibujando a su mascota. “Empecé dibujando a mi perrito y me habrá tomado tal vez una hora. Y me acuerdo que en el proceso me encantó. Todos mis sentidos estaban en lo que estaba haciendo y creo que era la primera vez en mi vida que estaba realmente concentrada en cada segundo que pasaba”.
La artista autodidacta admite que el resultado de su primer intento le resultó muy gratificante. “La verdad que me sorprendí a mí misma respecto a lo que yo podía hacer sin haber practicado nunca el lápiz. No es tan fácil, no solo se trata de decir, voy a sombrear y voy a difuminar, para crear el volumen hay toda una técnica”.
Desde su perspectiva, ve su talento como algo intuitivo. “Descubrí la magia y posibilidades del lápiz. Nunca fui a clases de dibujo, aunque desde chiquita siempre dibujar, pintar, lo creativo y las manualidades eran cosas que se me daban con bastante facilidad”, rememoró Celina.
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En retrospectiva la artista salvadoreña ata cabos de lo que preparó el camino para su transformación artística. Pues estudió diseño de modas e hizo una maestría en modas en aras de seguir su talento creativo. Sin embargo el dibujo seguía siendo algo que aunque veía como un talento no pasaba de ser un hobby.
No fue hasta este año que decidió lanzarse de lleno a la aventura, renunciar a su trabajo de oficina y dedicarse a tiempo completo a crear obras en grafito. Su trascendental decisión fue respaldada no solo por los elogios que recibían de sus obras, las cuales compartía en redes sociales. Con el tiempo, la demanda por sus retratos creció tanto que la llevó a apostar por su prodigiosa habilidad.
“Yo sé que la gente que estudia arte tienen una base bien fuerte de dibujo, pero lo ven como la primera base y después evolucionan a pintura o escultura o cualquier disciplina, y me di cuenta de que también el grafito es es algo que lo toman solo como una base entonces desvalorizan bastante lo que puede brindar el grafito”, reflexionó Celina como preámbulo para explicar por qué ella decidió apropiarse de esta técnica.
“Me quedé con grafito porque yo dije, nadie está realmente explotando esto, por lo menos no tanto a nivel centroamericano, porque sí afuera hay muchísimos artistas de grafito, pero no hay realmente tanta obra en grafito, entonces también lo vi como un diamante en bruto, dije esta va a ser mi técnica, yo voy a hacer lo mejor que pueda con esta técnica que no se ha explorado tanto”, detalló.
Fue así como el grafito trazó el camino de esta artista salvadoreña que con solo “lápiz y papel” es capaz de crear obras marcadas por un realismo impresionante. A través de delicados trazos, sus retratos están cargados de una precisión casi fotográfica.
Celina transforma simples hojas de papel en ventanas a almas humanas, logrando que cada retrato transmita una historia y genera una conexión con el espectador.
Al ser cuestionada sobre cómo surge su inspiración artística, Morales alega que es algo intuitivo. “Cuando veo la foto, ya sé cómo va a quedar el dibujo. Yo no copio sino que hago una interpretación de la imagen de referencia. En el momento que estoy trabajado me enfoco en los ojos e intento sacar la luz de cada mirada”, explicó.
Esa sensibilidad artística, marcada por el hiperrrealismo, la ha llevado a mostrar su trabajo en diferentes exposiciones colectivas. Para crear este tipo de obras su proceso creativo se inspira en el tema claro-oscuro.
“Cuando yo trabajo mis obras para exhibición, que ya son creaciones propias, ahí sí me encanta el tema del claro-oscuro, del contraste entre luz y la oscuridad. Me encanta ese negro que no se logra con grafito, sino con carboncillo. En general busco que mis obras tengan ese impacto visual que te atrape, y eso me gusta lograrlo con ese contraste de luz. A nivel de composición, me gusta mucho el tema de la nostalgia, me gusta mucho el tema de introspección, entonces eso distingue a mis creaciones inéditas”, detalló.
Desde que inició con el grafito en el 2020, Celina ha participado en al menos 8 exhibiciones colectivas. “Empecé con un certamen que hizo el Museo Marte con Sherwin Williams. El nombre de la obra es “El tiempo en mis manos”, le tomé una foto a las manos de mi mamá sobre una tela que me encantaba”, recordó la artista; quien asegura que pese a no haber obtenido ninguna mención, ella participó por el simple hecho de retarse a ella misma y fu una experiencia gratificante.
En el 2022 Morales participó en “Sumarte”, “es la subasta que organiza el Museo Marte todos los años, para esa exhibición también le pedí a mi esposo que me tomara las fotos a mis manos sobre una tela, porque eso era lo que me encantaba dibujar, y ahí sí gané mención honorífica del año, y eso fue un gran orgullo para mí, el dibujo se llamaba “Introspección””.
El año pasado, 2023, fue más demandante para la artista emergente. “Participé en tres exhibiciones, la primera organizada por la galería Izalco, las obras eran manos porque desde entonces estaba con ese tema. Una titulada “Soñé que me estabas esperando”, y la otra sin título”, comentó.
A esas exhibiciones se sumaron la del colectivo de arte “La fábrica” y una vez más en Sumarte.
Este año su talento se sumó a una noble causa. “Cree una obra para Arte Consciencia, una organización que tiene una iniciativa que apoya a las mujeres con cáncer. La exhibición fue en septiembre, la obra la titulé “Baño de Luz”, y era una mujer nadando, flotando más bien, en el agua, y fue cuando también me comencé a dar cuenta que quería explorar algo más, que solo dibujar manos en mis obras originales”, recapituló la artista.
Aunque su talento emerge de la oscuridad del grafito, el futuro para Celina Morales se vislumbra lleno de luz. La artista emergente planea montar su propia exposición, también está enfocada en ofrecer un curso Online de dibujo y seguir impartiendo talleres de dibujo pues le entusiasma compartir sus conocimientos.
Sin duda alguna, el arte de Celina más que una representación visual, es una experiencia sensorial que toca el corazón y la mente del espectador y además está dejando una huella imborrable no solo en sus clientes sino en el arte contemporáneo de El Salvador.