Nuestras audiencias exponen que con la Ley del Voto Exterior, así como la aprobaron, el bukelismo para nada busca favorecer a la diáspora salvadoreña, sino servirse de ella. Por ello, no dudan en decir que, si todo marcha como lo han maquinado, el 2024 será el año del “fraude electoral” que permitirá al oficialismo asegurarse la mayor cantidad de diputaciones y en seguida consagrar la reelección presidencial de Bukele. Las alertas y denuncias al respecto son múltiples.
Hay varios factores en la ley que propiciarán estos hechos:
—los votantes en el exterior no estarán obligados a empadronarse o estar en el registro electoral, lo cual deja a ciegas al Tribunal Supremo Electoral porque no se conocerá el universo real de votantes y, por tanto, se abre la puerta al fraude;
—la emisión de dobles, triples, cuádruples votos… en fin, es un riesgo latente, según los cuestionamientos de los diputados de oposición, por la votación electrónica presencial y remota por Internet. Y como no hay un registro electoral que verifique la identidad de más de 300,000 salvadoreños que podrán votar con pasaporte emitido sin el respaldo del DUI, según registros de Migración, el ciudadano que decida votar por Internet podría luego emitir su voto de forma electrónica o presencial y no haber registro de que ya emitió el sufragio.
—a lo anterior se agrega el relleno de votos por San Salvador, es decir, los votos por la Asamblea que emitan los salvadoreños en el exterior no irán para las diputaciones de sus departamentos, sino sólo para el departamento de San Salvador. Los salvadoreños en el extranjero se quejan de no poder influir en las decisiones que afecten sus municipios, ya que sus votos únicamente tendrán validez, de ser así, para diputaciones de San Salvador, sin que la vida en las comunidades se afecten en ninguna forma, como de hecho ya sucede en este suelo: lo que decidan o intentan definir los pobladores de las distintas municipalidades no afecta lo que en ellas se hace o deja de hacer, ya que el régimen controla los presupuestos.
Al negarse a pagar el FODES, la parte del presupuesto destinada a las diversas comunidades, los pobladores de esos lugares simplemente tienen que aguantar lo que el régimen decida.
Ya se dio el caso de municipios donde las autoridades son militantes de “Nuevas Ideas” que están en igual precariedad que el resto, ya que los recursos que en teoría son suyos desaparecen en el enorme agujero negro dentro de CAPRES.
No hay que olvidar, en estos asuntos, la máxima de que “sabe más el loco de su casa que el cuerdo de la ajena”: las necesidades, aspiraciones y realidades de cada municipio a lo largo y ancho de la República, o ex-República, las conocen mejor sus pobladores que burócratas nombrados de dedo.
El desarrollo, o falta de él, fundamentalmente es fruto del esfuerzo de personas, familias y comunidades que aprovechan las oportunidades que se presentan para mejorar, superarse, lo que no va a definirse por grupos que buscan SU conveniencia, cuidar SUS intereses.
Lo único que interesa a dictadores es mantener a raya a opositores
Lo que se busca en el fondo es intentar “legitimar” una nueva aplanadora cian y la reelección de Bukele, aunque viole al menos siete artículos de la Constitución de la República.
Y en esto los meneos en CAPRES no son para favorecer a otros que no sean el propio dictador, sino lograr la “reelección”, protegiendo en tal manera las mamandurrias de los grupos que normalmente se denominan “parasitarios”.
El primordial interés del dictador, como sucede bajo toda dictadura, es protegerse, lo que implica cuidar los intereses propios y de los allegados.