La desesperación y la urgencia de desviar la atención y hacer que el fraude se olvide, bajando la presión tanto externa como interna, está llevando a Maduro a locuras como adelantar, por sus pistolas, la Navidad, u ordenar la captura del líder opositor Edmundo González, considerado el legítimo ganador de los comicios presidenciales en Venezuela.
El problema para el dictador chavista, que ahora se cree "sumo pontífice", es que a todas luces la comunidad internacional ya no está dispuesta a tolerar que un déspota como él se burle de su pueblo y del mundo, porque sienta un mal precedente, fortalece al "eje del mal" (Rusia, China, Irán y Corea del Norte y sus satélites, como Bielorrusia) y mantiene las operaciones de las mafias internacionales.
El mundo democrático está consciente de que cada persona que protesta por el descarado fraude en las calles de Venezuela representa su voto y el de algún familiar o amigo que no pudo concurrir, por lo cual no se puede ningunear esa voluntad, además de que Venezuela ya no puede más en manos del chavismo –ocho millones de venezolanos han huido a otros países, principalmente Estados Unidos– y es un peligro para el mundo democrático. De allí que hasta Lula, de izquierda y muy ligado al chavismo, se ha negado a reconocer a Maduro como ganador y otro tanto han hecho Colombia y México, aunque de manera más tibia.
Los resultados electorales los contabilizó la oposición, que ha defendido voto por voto el triunfo de Edmundo González haciendo acopio de las actas oficiales, algo que no se esperaba Maduro, que no ha presentado los documentos oficiales del escrutinio como se lo han exigido varios países, sino que por sí y ante sí ha intentado quedar como ganador.
Las masas de ciudadanos que llenan las calles y que han venido derribando estatuas de Chávez lo hacen pese a la amenaza del capo de la droga de que los van "a joder", que se hará realidad lo del "baño de sangre" del que Maduro ha venido hablando. Pero los venezolanos ya no aguantan el hambre, tener que buscar alimentos entre la basura, el desempleo, los apagones que el régimen atribuye a "sabotajes" de la oposición, pero que todos saben que se deben a falta de mantenimiento del sistema.
Tendrá que salir como los migrantes por el Darién
Las dictaduras casi por regla general adoptan medidas populistas, o abiertamente de izquierda para consolidarse, lo que a su vez invariablemente termina en carestías de todo, deterioro monetario y pobreza generalizada, tanto en Venezuela como en Nicaragua y nuestro país.
Maduro ya ha cometido demasiados errores de cálculo porque no quiere aceptar que el tiempo se le acabó y se sabe que le han advertido que si detiene a Edmundo González será el último, el que lo hundirá. Lo mejor para él y su camarilla será hacer sus maletas e irse, aunque sea cruzando la selva del Darién como millones de sus connacionales, pues Estados Unidos ya le quitó su lujoso avión…
Si siguen la represión y las muertes en Venezuela, más difícil será para la pandilla encontrar dónde refugiarse que no sea en un calabozo o linchados, como sucedió a Gadafi en Libia.