La Estela del Rey Hammurabi que atesora el Museo del Louvre en París es un monolito de dos metros y medio de altura donde se recogen las leyes que rigió el Imperio Babilónico fundado por el Rey después de heredar un reino menor de su padre, que expandió conquistando otros reinos en campañas bélicas o anexiones pacíficas.
La Estela está escrita en Acadio, la lengua más hablada en la región, para que los "alfabetizados" pudieran leerla y pasar ese conocimiento a otros, ya que la impartición de la justicia detallando normas, deberes y castigos a los infractores era parte esencial, para mantener orden y civilidad en la ciudad.
Como el poder temporal se derivaba del Dios que aparece dando las leyes a Hammurabi, la Estela está grabada en piedra, lo que señala su inmutabilidad, lo que ahora se entiende como "cláusulas pétreas", derechos y libertades que se reconocen y que no pueden alterarse.
Entre otros preceptos que encajan con la jurisprudencia actual está la "presunción de inocencia": los acusados de una falta tenían derecho a demostrar su inocencia, seguramente llevando testigos a un tribunal que demostraran que el acusado no había participado en un hecho, lo que rige hasta el día de hoy en naciones donde impera un Orden de Derecho.
La Estela destaca la labor del Rey en mantener en operación el sistema de regadíos que aseguraba la bonanza agrícola, regadíos, canales y fuentes que los mongoles destruyeron y que los iraquíes han sido incapaces, en los miles de años transcurridos desde ese horror, de reconstruir, lo que hace de Iraq una nación en medio de planicies áridas, donde surgen, como de la nada, restos de ruinas antiguas, de templos en desuso, del Gran Zigurat (una edificación en piedra donde los sacerdotes creían estar más cerca de los dioses y que posiblemente dio lugar a la mención bíblica sobre la Torre de Babel, donde Yavéh, en una de sus muchas ocurrencias, hizo que las lenguas se confundieran, que la obra quedara en abandono, lo que algunos consideran un caso más de "fake News"...
Leyes sabias que guían a pueblos y ocurrencias que forman lodazales
Muchas grandes creaciones artísticas de esos siglos, como las Grandes Puertas de Babilonia y el Altar de Pérgamo, al lado de la Piedra Rosetta del Museo Británico y la Nefertiti de Berlín, están bien aseguradas en Europa, a buen resguardo de la salvajada perpetrada por los talibanes de destruir los Budas de Kandahar, pues "el Corán" rechaza la representación de seres humanos, animales o plantas, lo que ha llevado al dictador turco Erdogan a convertir en mezquitas templos otrora cristianos, entre ellos una iglesia del siglo IV después de Cristo donde ha cubierto con una cortina sus frescos...
Hay fanatismos religiosos que ven pecaminosas las estatuas y monumentos porque afirman que el Omnipotente mandó no hacer estatuas de lo que hay en el cielo y en la tierra, pero cada vez es más se entiende que lo que prohibió fue convertirlas en ídolos para "adorarlos", como los dictadores e ilusionistas que engañan a pueblos enteros.
Las estatuas, escrituras y monumentos nos permiten conocer a personajes, sus ideas, sus sitiales entre la gente. En cierta manera, eran las redes sociales de esas épocas. Si viviéramos en teocracias como en Irán y Afganistán caeríamos en el extremo de destruir hasta la televisión y las fotografías.
Un medallón con la figura de Hammurabi está en un friso de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, otro en la Corte Suprema como homenaje a los legisladores que sentaron la fundación del Orden de Leyes de nuestro tiempo, un legado que dictadores y dictadorzuelos manosean a su antojo creyéndose muy graciosos, ser un "ejemplo" para sus saqueados, atemorizados y empobrecidos pueblos, víctimas del imparable chorro de ocurrencias que alimentan el lodazal que cubre muchas naciones....