En este gran diario, EL DIARIO DE HOY, se reveló por vez primera en nuestro país los resultados del estudio que vinculaba el fumado con cáncer pulmonar y otras dolencias, por lo que la misma mañana que salió la noticia se presentó a nuestra Redacción el gerente entonces de la principal tabacalera, dando a entender que de continuar las publicaciones iban a suspender la publicidad, la característica amenaza contra medios informativos, una coacción que beneficiaba a competidores.
“Mucha agua ha corrido debajo de los puentes desde entonces”: en la actualidad no solo está prohibida mundialmente la propaganda de cigarrillos e inclusive de aparatitos que dispensan formas diversas de tabaco, sino que las cajetillas de cigarrillos están forzadas a llevar mensajes advirtiendo el grave perjuicio que ocasionan a la salud.
Se cuenta en broma del fumador que continuamente leía sobre los perjuicios que causa el tabaco, por lo que las personas en su entorno le preguntaron si había dejado los cigarrillos, a lo que él respondió que “había dejado de leer esas notas”.
El fumado envejece. Tanto las mujeres que fuman al igual que los varones, a los cincuenta años tiene el aspecto de alguien diez o quince años mayor, a lo que se suma que contraer cáncer pulmonar o agravarse de lupus o artritis es muy frecuente, al igual que sufrir derrames cerebrales.
El fumador, aunque transcurran varios años desde que dejó el maldito vicio, siempre es perseguido por las consecuencias.
Pero hasta que comenzaron a revelarse los graves perjuicios, fumar para muchos era “elegante” y no hubo restricción alguna para que en las películas los personajes, incluyendo mujeres, aparecieran fumando, lo que cobró, sin alguna duda, la vida de uno de los actores más populares de películas “del Viejo Oeste”, John Wayne, que apareció en ciento sesenta y nueve filmes y fue una de las grandes atracciones taquilleras pero, además, no solo un empedernido fumador sino que un personaje que hacía publicidad a una marca de cigarrillos.
La vida es hermosa y ofrece mucho más que disparatados vicios y fanatismos
Dejar de fumar reduce en una medida las malignas consecuencias pero no las elimina del todo. Una forma de ayudar al organismo a contrarrestar los daños, se dice, es comer muchos vegetales de colores intensos, como rábanos, lechugas, zanahorias, espinaca…
“Aprender a fumar” es una obsesión entre jóvenes de uno y otro sexos que creen que al hacerlo se verán “más adultos”, “sofisticados”, por lo que sus padres deben estar en permanente guardia, oliendo su aliento y sus dedos cuando vuelvan de reuniones.
Un conocido nuestro echó mano de otra estrategia: hizo que su hijo fumara sin parar cigarrillo tras cigarrillo, lo que luego le causó vómitos y gran mareo, logrando lo que deseaba. Sin embargo, lo mejor siempre será buscar a un médico u otro especialista con amplia experiencia.
Para dejar de fumar se aconseja nunca comprar la misma marca de cigarrillos ni menos más de un paquete, ponerse horas ( ni un “pitillo” antes del mediodía o después de las seis de la tarde, dejar los “tragos fuertes” que multiplican los graves perjuicios tanto del tabaco como del alcohol. Para algunos que han dejado el vicio, la fórmula ha sido dejar de fumar “de golpe”, es decir, dejar de comprar los cigarrillos, utilizar ese dinero en otras cosas útiles y mantenerse firme.
La vida vale infinitamente más que vicios o fanatismos descabellados…