La parábola del Buen Samaritano es una de las esenciales enseñanzas de vida: en lo posible se debe ayudar a quien necesita un servicio, se trate de una anciana con dificultades para cruzar una calle o un amigo que sufre problemas de dinero y en alguna forma podemos auxiliarlo. Pero hay un contraste entre el rico del pueblo que siempre participa en campañas cívicas y contribuye para alimentar menesterosos, al que se pasa ufanando de lo que tiene y mira con desdén a los que no están "a su altura". Altruismo es ayudar al prójimo a superar su condición; egoísmo es ocuparse exclusivamente del propio bienestar.
Hasta la llegada a la presidencia de Donald Trump, Estados Unidos fue una potencia altruista, compartiendo su bienestar con pueblos e individuos necesitados de ayuda, sea alimentaria, sanitaria o de diversa índole, aunque se hayan dado abusos al dispensarla, como siempre sucede en este mundo. Pero la administración Trump suprimió 92% de los fondos para programas en el extranjero de su Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID), cuyo presupuesto anual ascendía a 42.800 millones de dólares, es decir, 42% de la ayuda humanitaria mundial. El cese de la misma ha obligado a muchas organizaciones a suspender decenas de programas de ayuda a mujeres y niñas, poniendo en peligro la vida de miles de ellas y amenazando sus derechos, alertó Jean-François Corty, presidente de Médicos del Mundo.
A lo largo de los siglos, pese a la soberbia que caracterizó a reyes y conquistadores, siempre existieron órdenes monásticas y seglares que se ocupaban de socorrer a los necesitados, como hoy en día son las organizaciones que tratan de aliviar sufrimientos, que reparten comida, que brindan asistencia médica.
Muchos son los médicos --un gremio que en nuestro país está siendo perseguido y literalmente maltratado por la que se define como "la dictadura más cool del mundo", aunque todos saben que las dictaduras son todas nefastas y crueles-- que a la par de consultas de personas que pagan por ella, asisten sin cargo a enfermos pobres, necesitados.
El padre de la medicina, el griego Hipócrates, que vivió hace unos dos mil quinientos años antes de nuestra era, enseñó que un médico debe siempre socorrer a quien necesita de sus servicios, lo que reiteró la gran Florence Nightingale: la enfermera en una guerra asiste por igual a los heridos de ambos bandos; la ayuda se prodiga a quien la necesita, lo que dio pie al juramento que las enfermeras profesionales.
Las dictaduras, sean cool, supercool o como quieran calificarse, "coolmente" torturan y matan, como los enfermeros rusos en la agresión a Ucrania y, a diferencia de los ucranianos, torturan y matan a los soldados y oficiales que caen en sus garras.
Pese a que Estados Unidos es multilingüe, Trump decidió que el inglés es "idioma oficial"
Una nación en nuestra época se define por sus fronteras físicas pero en muchos otros órdenes va más allá de ellas, compartiendo intereses, conocimientos, intercambios, leyes y tratados.
Las alianzas son esenciales, pero bajo Trump estas se han debilitado aunque históricamente Estados Unidos mantiene lazos "muy especiales" con Inglaterra, en una parte por el idioma. Trump acaba de declarar el inglés como "idioma oficial" de Estados Unidos, pese a que el español se habla por un alto porcentaje de la población, en igual forma como en Canadá coexisten tanto el inglés como el francés y nadie tiene la ocurrencia de declarar "oficial" ninguno de ellos; ser bilingües tanto en Canadá como en Estados Unidos es muy natural...
Trump tiene la solución perfecta (para él): aquí se hace lo que yo digo; los que no están de acuerdo pueden empacar maletas y largarse, como de hecho hicieron Richard Gere, DeGeneres y muchísimas otras personas y familias...