El presidente Biden, que representa a la más alta magistratura de los Estados Unidos, ha externado su horror ante la tragedia del furgón abandonado en Texas y se ha unido al duelo que embarga a tantos, propios y extraños, por el asesinato de 51 inmigrantes, entre los cuales iban niños y dos salvadoreños, según autoridades mexicanas, aunque la Cancillería salvadoreña lo descarta.
Dos criminales han sido ya capturados por su responsabilidad en el hecho, una captura que después de que la policía los investigue va a dar con el engranaje de los que mueven migrantes de forma irregular, cobran por ello y los dejan morir.
En Inglaterra hace un tiempo se dio un caso similar: inmigrantes fueron abandonados a su suerte y murieron asfixiados, pero la policía encontró y encarceló a los responsables.
Sólo en 2021 fueron capturados 116,477 salvadoreños viajando de forma irregular en la frontera sur de Estados Unidos y en lo que va del presente año ya van 67,006, a los que se suman otros cientos de miles de hondureños, guatemaltecos, nicaragüenses y los que logran pasar… hacen el intento de llegar al país de la abundancia y, fundamentalmente, de la libertad, un número de salvadoreños que equivale a la población de ciudades como Ahuachapán (116,000 habitantes), Santa Tecla (121,908) o Delgado (120,200).
La gente busca oportunidades de trabajo, tranquilidad, estar libre del acoso de grupos criminales, lo que por desafortuna no se encuentra en nuestro suelo, como sucede en Honduras, Nicaragua, Venezuela…
La mayoría de personas, debe siempre considerarse, prefiere vivir en el lugar y el país donde nacieron, no les gusta aventurarse, hacer fortuna con los retos que siempre aquejan al extraño en tierras ajenas, ser el “etranger” como lo describe Albert Camus, “el niño nuevo del barrio” que en muchos casos enfrenta la animadversión y las sospechas de sus pares.
¿Cuál es la razón de que tantos se aventuren a lo peor, inclusive a ahogarse intentando cruzar el río Grande entre México y Texas o morir deshidratados en el ardiente desierto de Arizona?
Mejorar la condición propia, hacer fortuna, ofrecer un mejor porvenir a sus hijos, es siempre una gran motivación, lo que en su momento llevó a millones de ingleses, irlandeses, alemanes, italianos a emigrar a Estados Unidos, como 300 años antes los peregrinos del Mayflower huyeron de la persecución religiosa (eran puritanos, protestantes, que escapaban de Inglaterra del anglicanismo y el presbiterianismo), que llegaron a tierras vírgenes en muchos sentidos cuando ya en México y Sudamérica existían universidades.
La opresión y falta de garantías siempre provocan éxodos
En estos momentos mucha emigración es causada por la violencia imperante en las naciones del Triángulo Norte de Centro-América y la demencial dictadura de Ortega en Nicaragua, un despotismo que se nutre del narcotráfico.
En El Salvador el Orden de Derecho se ha derrumbado, estando el país en un permanente Estado de Sitio, como fue durante la dictadura martinista de los Años Treinta. Al no existir garantías constitucionales que protejan a la persona y cuando capturas se hacen por la noche, como bajo Hitler y Stalin, personas jóvenes que viven en zonas de clase media baja o barrios se van por el temor de que puedan capturarlas por su aspecto y confinarlas en las mazmorras ya existentes o en proceso de construcción, como la cárcel de Tecoluca.
Hay más soldadesca y más cárceles, mientras el deterioro de las escuelas y la precariedad de los hospitales y clínicas de comunidades señalan un sombrío futuro para jóvenes y adultos en nuestro suelo.
La gente es siempre valiosa y los Estados Unidos, que sufren de carestía de mano de obra, pueden montar programas que incorporen a muchos inmigrantes al quehacer nacional.
Al mismo tiempo, mientras existan dictaduras y se sufra persecución, revueltas, capturas arbitrarias, habrá siempre intentos de “saltarse los muros”, sobrevivir el desierto y encontrar un camino a regiones tranquilas de gente, si no hospitalaria, tolerante al recién llegado.