Cobrar un impuesto a las pólizas de seguro que se destinaría a sostener el Cuerpo de Bomberos es una de las más recientes y descomunales ocurrencias del régimen.
Seguros hay de toda clase, no únicamente para incendios. Hay seguros de vida, contra robos, para gastos por enfermedad, para cubrir daños de vehículos a terceros, para perjuicios provocados por inundaciones, para el equipaje que se factura al tomar un vuelo…
Pero los meneos para caer encima de dineros públicos no cesan, siempre salen con algo que lo propicie…
¿Qué diablos tiene que ver un seguro de enfermedad con los Bomberos? Lo probable es que cuando una familia sea golpeada por una enfermedad, el señor director del Cuerpo de Bomberos, seguramente un personaje vinculado a “Nuevas Ideas”, envíe a los afectados un mensaje de condolencias, pero que no cubra ni lo que cobra una enfermera…
Incluso si se quisiera aplicar el impuesto sólo a los seguros contra incendios, nada tiene que ver el combate de un siniestro, cuyos recursos ya están en un presupuesto, frente al seguro para la reconstrucción o recuperación POSTERIOR de los daños.
Meter el dinero que se paga para cualquier clase de seguro en una especie de cuchubal para el Cuerpo de Bomberos, que con frecuencia llegan y o no hay agua para las mangueras o solo quedan cenizas como en el caso de los mercados, es para que cada persona que piensa, comercia, produce, intercambia se pregunte dónde ira a parar ese dinero y si con la movida se encarecerá —como es lógico que suceda— lo que se tendrá que pagar por cualquier seguro que se contrate.
En las últimas semanas se han sufrido inundaciones, derrumbes, cárcavas… pero, a Dios gracias, no incendios de alguna magnitud, salvo los ocurridos en coheterías y misteriosamente en mercados.
Los meneos del régimen con el dinero de impuestos, como en general con el dinero indistintamente de su origen y oficial uso, siempre están envuelto en brumas; nadie sabe dónde irá a parar, como ha sucedido con el FODES, una partida presupuestaria que apenas sirve a las alcaldías para lo mínimo de lo mínimo, que nada cubre.
La pregunta siempre es ¿quién o quiénes terminarán siendo nombrados como “bomberos oficiales”? ¿Cuáles son las credenciales que tienen, si saben algo de fuegos reales y no solo de fuegos políticos, públicos?
Hay países, como Panamá, donde ser el “bombero mayor” fue un cargo político importante aunque los nombrados no se acercaran a ningún fueguito, más o menos como la “Fallera Mayor” de la Fiesta de la Fallas en Valencia, España, donde ser requeteguapa era el tiquete de entrada, no encender cohetería.
No cesan los meneos para caer encima de dineros públicos, ahora vía seguros
Los seguros se basan en determinar la probabilidad de que algo suceda, digamos los riesgos de que una persona sana enferme, versus lo que pueda ocurrir a alguien que padezca enfermedades serias. Esa es la razón por la cual cuando se contrata un seguro al beneficiario lo someten a exámenes médicos, buscan si en su historial hay factores que puedan llevarle a una crisis, como puede ser alcoholismo, tabaquismo, problemas renales…
Para establecer los riesgos que corrían, como ejemplo, barcos transportando mercancías a puertos lejanos, Gottfried Leibniz inventó, al mismo tiempo que Isaac Newton, el cálculo infinitesimal, lo que desde luego debe de haber tomado en cuenta la posibilidad de un incendio a bordo…
Pero la patraña montada en nuestro suelo sobre seguros no tiene paralelo en ninguna otra parte del mundo mundial…
No cesan los meneos para caer encima de dineros públicos, ahora vía seguros.