La noche del 9 al 10 de noviembre de 1938, conocida como “La noche de los cristales rotos”, marcó el inicio de la persecución de los nazis contra los judíos, un horror que llevó al Holocausto y a los campos de la muerte, lo que costó la vida de mas de seis millones de judíos, la destrucción de un número importante de ciudades alemanas al finalizar la Segunda Guerra Mundial y al desmembramiento del país, ya que polacos, franceses y rusos anexaron partes muy importantes del territorio.
Alsacia, que fue parte de Alemania hasta 1945, pasó a control de Francia, como Köenigsberg, la capital del Imperio Prusiano y la ciudad donde nació Immanuel Kant, el gran pensador del siglo XVIII, es ahora una ciudad rusa con el nombre de Kaliningrado.
El nombre de esa noche infernal le viene de los cristales rotos de los negocios judíos asaltados por grupos de exaltados, por las SS hitlerianas, por vándalos que se dedicaron a saquear almacenes y hogares destruidos.
Miles de hombres, mujeres y niños judíos fueron capturados, asesinados o internados en campos de concentración que se montaron casi de un día a otro, campos de exterminio cuyos nombres son una pesadilla histórica: Bergen-Bergen, Dachau y, el más conocido, Auschwitz, ahora en Polonia, donde hay un museo y una galería de fotos que queda imborrable en la memoria de quienes lo han visto:
—en una sala están las gorras y sombreros de las víctimas;
—en otra se recogen marcos de anteojos y similares objetos;
—en una siguiente las tazas y pequeños enseres donde los apresados comían sus míseras raciones antes de ser asesinados…
La galería de fotos estremece: la mayor parte de las imágenes es de hombres y mujeres que miran la cámara sin visible expresión o un tanto sorprendidos…
Solo recordamos cuatro o cinco fotos en las que hay una leve sonrisa: unas monjas y un par de muy jovencitos gitanos, otro grupo, al lado de unos cuantos negros, que fueron víctimas de las persecuciones.
Cuando las tropas rusas rompieron las defensas nazis los soldados hitlerianos destruyeron las cámaras de gas tanto de Auschwitz como de Bergen-Bergen, pero no lograron destruir las de Dachau, una población muy cercana a Múnich a la que se llega en el U-Bahn, un tren.
Las cámaras de gas en ese lugar son relativamente pequeñas pero sin duda operaban sin pausa las 24 horas del día.
El más conmovedor testimonio es el “Diario” de Anne Frank…
El “Holocausto”, como se conoce la masacre, repetidamente es negado por los musulmanes, que alegan que es un invento, una ficción.
Según las crónicas de la época, el pretexto para iniciar la masacre fue el asesinato en París de un diplomático alemán por un joven judío de 17 años de nombre Herschel Grynszpan, pero Hitler, nacido en Austria, culpó a los judíos sin prueba alguna de la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial y el episodio de la Gran Inflación de finales de los Años Veinte e inicio de la Década de los Treinta.
Al finalizar la guerra, las tropas aliadas forzaron a los alemanes de ciudades aledañas ver los restos de los judíos asesinados en los campos de concentración, pero el más conmovedor testimonio fue el de Anne Frank en su diario, una jovencita que aparentemente murió de disentería en uno de los campos de la muerte…