Ni la colocación de gente extraña en las mesas ni la llegada de militantes prepotentes y altaneros a los centros de votación logró que el oficialismo derrotara a la alcaldesa Milagro Navas. Pero las elecciones del domingo también revelaron que el apoyo popular se le ha desplomado al bukelismo en el territorio.
Al ausentismo histórico de votantes a las elecciones municipales se suma el hecho de que, aunque logró la mayoría de alcaldías, el oficialismo captó una cantidad de votos muy por debajo de los que logró en las elecciones presidenciales y de diputados.
Aunque ya los regañaron diciéndoles que fue un “voto de castigo” por la deficiente gestión de estos años, lo cierto es que la población resiente que les hayan quitado el Fodes a las comunas y se haya creado un organismo que no les resuelve sus problemas, como la DOM.
A esto se agrega el “Gerrymandering”, la reducción de municipios a conveniencia del oficialismo, lo que, a juicio del especialista en temas electorales Malcolm Cartagena, sólo marcará una inmensa brecha entre los alcaldes y las localidades. Esto lo sabe la gente.
Como vemos, el “poder de convocatoria” del bukelismo y a juzgar por lo que se vio en esta jornada electoral, está poco a poco disipándose, lo que indica que más y más personas en nuestro país están dejando de creer en “pajaritos preñados”, abriendo sus ojos y sus mentes a la realidad que se ha vivido estos últimos cinco años.
Un gobernante, un partido, un candidato puede pintar paraísos imaginarios hacia donde llevará a su rebaño de hipnotizados, pero paulatinamente esas ilusiones comienzan a perder brillo y se cuestiona al “hacedor de milagros”, como ha sucedido al FMLN que no ganó una sola alcaldía, después estar en el poder diez años mostrando prepotencia, indiferencia a los problemas de la gente, decretar 22 nuevos impuestos y denunciarse hartamente su corrupción.
“Tarde o temprano” llegará el momento en que habrá que recomponer las divisiones formales del territorio, que fueron desarticuladas no en función del interés y la conveniencia de las comunidades, cuanto por los intereses electoreros del régimen, que por milagro no redujo el número de departamentos, catorce, que vienen casi desde la fundación de la República.
Cada región tiene afinidades e historial que son como el espíritu de su gente
Los santanecos están muy orgullosos de ser eso, santanecos, como los migueleños de ser lo que son, como seguramente sucede con el resto de los departamentos, sus cabeceras y municipios del país, que tienen afinidades, tradiciones familiares, vínculos de diversa especie que los une, como es el caso y lo citamos como ejemplo, de Zacatecoluca con su sabio Barberena, producto de un centro universitario que funciono durante el siglo XIX.
¿Dónde dejamos a Ciudad Barrios, muy orgullosa de uno de sus preclaros hijos, el General Gerardo Barrios que recibió al héroe de la reunificación italiano Garibaldi en su gira por el mundo antes de emprender la lucha para unificar Italia bajo Víctor Manuel II.
La antigua división del país en municipios obedeció a necesidades administrativas, que asignaban presupuestos públicos siguiendo necesidades locales, lo que se desbarató desde el momento en que el régimen se embolsó el FODES formando el “DOM” que no tiene capacidad de determinar las necesidades locales en función de sus recursos, su composición demográfica, lo que producen y sus nexos con el resto del país, dependiendo asimismo de su acceso a carreteras para administrar la entrega de recursos públicos y el establecimiento de centros de salud, puestos policiales y lo que las comunidades requieren en función del número de pobladores que dispongan.