Discriminar, criminalizar y estigmatizar a niños desde que entran a una escuela o colegio para luego perseguirlos o no durante su vida, es una diabólica medida del régimen, que en tal forma iría cocinando expedientes para más tarde y seguramente a partir de los once o doce años puedan ingresarlos a los centros donde se tortura y mata.
Es de sobra conocido cómo, al apresar a personas partiendo de chismes, llamadas anónimas o para llenar siniestras cuotas, al llegar al puesto de policía el detenido encuentra que lo tienen “fichado” atribuyéndole cargos que poco o nada tienen que ver con él, como el soldado de fuerza élite José Alexander, cuya madre pide angustiada su liberación.
Es muy difícil saber cómo va a desarrollarse un niño en la vida, pues hay héroes como Edward O’Hare, un héroe de guerra en cuya memoria está nombrado el aeropuerto internacional de Chicago, hijo del abogado de la mafia de Chicago, la de Al Capone.
En el aeropuerto se exhibe la guerrera del piloto y la medalla de honor del Congreso, la primera otorgada a un miembro de la marina estadounidense.
Beethoven fue hijo de una lavandera y un músico borracho que lo castigaba tirándole las orejas, lo que hizo que más tarde quedara sordo; nada en los antecedentes familiares de Leonardo da Vinci habría predicho su desarrollo como pintor e inventor…
Como señaló nuestro columnista Paolo Lüers, lo que el Ministerio está exigiendo a los maestros es que “les pongan el dedo a sus alumnos”, los marquen como a reses para que no tengan escapatoria.
Es obvio que nada de esto se ha consultado ni con las asociaciones de padres de familia ni con los maestros, ni con expertos en asuntos de educación.
La “medida” es parte de las diabólicas y estrafalarias ocurrencias para sostener un régimen de terror, que está propiciando las arbitrariedades y la impunidad, lo cual lleva a casos tales como el asesinato de la lideresa de Santa Isabel Ishuatán, señora Rosa Elvira Flores Martínez, un crimen que las organizaciones feministas piden que se investigue por varios señalamientos: el cuerpo fue entregado en un pequeño ataúd como si hubiera sido descuartizado, le prohibieron a la familia abrir la caja y le ordenaron “enterrarlo de inmediato”, como si urgiera no dejar evidencias y cerrar el caso. Esto es similar a lo sucedido a muchos detenidos bajo el estado de sitio o excepción que han muerto en los penales “por edema pulmonar” y cuyos familiares han recibido la orden de “no abrir el féretro y enterrarlos rápido”, pero han logrado comprobar que los cuerpos tenían señales de tortura.
No se requiere mucha imaginación para suponer quiénes asesinaron al “hermano lejano” salvadoreño-estadounidense Neftaly Rivera Navarro, que había llegado al país para invertir: ¿los mismos que tuvieron la fuerza coercitiva para llevárselo y luego la autoridad para enterrar su cadáver como “desconocido” pese a estar debidamente identificado y así no dejar evidencias?
Los sistemas de delación y “orejas” se prestan para cometer injusticias
Lo esencial de la doctrina cristiana es que la persona es responsable de sus actos, no puede acarrear lo que son prejuicios o maldiciones como pretende el régimen bukelista al pedir a los maestros de ellos que desde que entran a estudiar como parvularios “les pongan el dedo”, seguramente amenazándolos de aplicar el “régimen de excepción” (meterlos en los centros infernales) si no llenan “debidamente” los formularios, el equivalente de perseguir a alguien desde que entra a “maternal”.