Se están violando los derechos humanos de miles en esta tierra y lo más grave es que se trata de una cacería que incluye tanto a justos como pecadores. Se juega con el don más preciado de un ser humano, su vida, ya que personas que nunca se han involucrado en delitos violentos son víctimas de tratos inhumanos y hasta el riesgo de morir (52 capturados en las redadas han muerto en las cárceles en extrañas circunstancias) sin tener la oportunidad de defenderse, de que sus abogados puedan interceder por ellas, examinar pruebas, cerciorarse de que las acusaciones son falsas o que hay motivos para encarcelarlas.
El desmantelamiento del Orden de Derecho en nuestro país tendrá, como la más grave consecuencia, que nadie va a meter dinero en un país tan inseguro y que continuamente viola los derechos humanos de muchísimos salvadoreños, además de sólo conceder jugosísimos y ocultos contratos a oscuros negocios como la alimentación diaria de 80,000 reos.
Al no haber inversión, no hay creación de empleo, y al reducirse el empleo, muchas familias están condenadas a pasar hambre, sufrir mucho. Por eso el purpurado salvadoreño no duda en decir que a todos nos interesa “que la gente tenga más paz y esperanza”, pero “lo que está sucediendo no está contribuyendo de forma decisiva a lo que deseamos que pase en El Salvador”.
La razón: la violencia de las pandillas no se combate con más violencia que signifique sacrificar a inocentes ni desmantelar el Estado d de Derecho, por lo cual el régimen de excepción “debe suspenderse” y recurrir a otras herramientas legales, declara el Cardenal.
La “paz” que ofrece el régimen de excepción no tiene bases firmes, no es sostenible en el tiempo, mucho menos si para mantenerla hay que violar la Constitución y los derechos humanos de los salvadoreños.
Para quienes no lo saben, el régimen de excepción es la suspensión del derecho de los salvadoreños a organizarse, a reunirse, a la privacidad de sus comunicaciones y, lo más grave, a no ser capturados arbitrariamente y tener que pasar 15 días sin ser llevados ante juez que determine si hay cargos o no.
Se destruye el Orden de Derecho como se arrasa con el Centro Histórico
Debe considerarse lo que es la realidad fundamental de nuestro tiempo: es muy difícil —y con frecuencia imposible— “esconderse”, evadir el escrutinio de otros, la “mirada” de agencias nacionales e internacionales que evalúan cómo marchan las cosas en un país, los hábitos de una comunidad, el trato que recibe la población de un gobierno… Es cierto que “el Gran Hermano te vigila”, pero no solo el ojo del dictador escudriña lo que sucede, sino que muchisísimos otros ojos siguen los pasos de la gente y lo que sucede en una nación.
En esto volvamos a la advertencia del Cardenal Rosa Chávez: todo se está documentando, el mundo nos está viendo y conoce las consecuencias de los actos de fuerza, los asesinatos dentro de los penales, la manera misteriosa como lo que parece ser un gigantesco agujero negro en el centro de la nación se traga dineros públicos sin saciarse.
En igual manera como se ha desmantelado el Orden de Derecho, trabajadores chinos están destrozando el corazón del Centro Histórico de la capital. Esos mismos obreros foráneos se preparan para destruir la Escuela Militar y levantar un totoposte que no se necesita.