Las condiciones en que se encuentra una recién nacida en la cárcel son altamente precarias, por lo que se teme que no pueda sobrevivir si no liberan a madre e hija, que ya tendrá mucho por hacer cuidándola. Son muy dolorosos los casos en que a personas muy enfermas se les niega salir de la cárcel, por lo que mueren solas, sin el consuelo de tener a su lado a un ser querido.
Hace unos días trascendió también que en una de las ergástulas de San Salvador se niegan desde hace un mes a cumplir la orden de un tribunal de vigilancia penitenciaria de brindarle asistencia médica, con especialistas externos, a un prisionero, recomendada precisamente por el Instituto de Medicina Legal, la principal autoridad facultativa en este caso.
Eso viene sucediendo con varios detenidos arbitrariamente como es asimismo el del preso político Ernesto Muyshondt, que, pese a que sus médicos señalan el grave deterioro de su salud a causa de las torturas que sufre dentro del penal, el carcelero, obedeciendo obvias instrucciones del régimen bukelista, ordena que continúen encarcelados.
Son unánimes las condenas que organismos internacionales que velan por los derechos humanos hacen contra el régimen bukelista, que literalmente ha ordenado un trato brutal e inhumano a los detenidos, algunos que son devueltos solo a morir en sus casas, como el de muchos jóvenes capturados "por error", como sucedió con los meseros del Boquerón, que fueron expuestos hincados y semidesnudos y días después se les puso en libertad sin siquiera pedirles disculpas.
Ir a denunciar lo que sea a un puesto policial es exponerse a ser capturado y a ser obligado a firmar una "confesión".
Lo que sucede se asemeja al caso de Hugo Torres, el nicaragüense que ayudó a Daniel Ortega a escapar de la cárcel en 1974, pero cuando más tarde fue encarcelado pidió a éste, sin lograrlo, que no lo dejaran morir en la cárcel, una petición que también ha hecho a las autoridades peruanas Alejandro Toledo, extraditado desde Estados Unidos.
Aunque no lo quiera el régimen, el mundo sabe lo que sucede
En el periódico francés Le Parisien Dimanche del 5 de enero aparece un reportaje sobre Bukele, donde literalmente se dice que una investigación periodística revela que la familia Bukele se ha enriquecido considerablemente durante su primer periodo presidencial (La nota en francés dice: une grande enquête de presse rèvéle que la famille Bukele s'est considerablément enrichie au curse de son premier mandat ), noticia que, según el diario francés, hace que tanto Bukele como sus voceros se refieran a los periodistas como "imbéciles".
Los periodistas, al igual que personas y entidades que analizan los sucesos en nuestro país y lo que en el exterior se dice, son los ojos y oídos del colectivo, de los salvadoreños que no pueden ni deben depender de la propaganda oficial, que obviamente tergiversa sucesos, inventa "grandezas" falsas y atribuye al régimen logros inexistentes, lo que simplemente no ha sucedido.
Se sabe de sobra que el régimen gasta millones en troles insultantes a quienes les oponen o son "incómodos", a la vez que esconde las denuncias sobre los atropellos y las torturas que tienen lugar dentro de las cárceles, donde se "recibe" a los detenidos con golpes, patadas y toda suerte de vejámenes, una señal de barbarie y total falta de moral, no tener consideración sobre sus víctimas.
A los atropellos, despidos injustificados, cierre de entidades de servicio que todos conocen, incluyendo la reducción de presupuestos al Seguro Social, a Educación y haberse embolsado los fondos del FODES, se suma el despido de un comunicador con discapacidad visual, al igual que una empleada, por el solo hecho de ser víctima de una denuncia anónima...