La minera canadiense, que no tiene vínculos con el gobierno de ese país, rehúsa renunciar al daño que está perpetrando a Panamá, para lo cual recurre a un abogado de la firma que los representa para presentarse como candidato presidencial que prorrogue el permiso de operación.
Actualmente ocho personas se han postulado, entre ellas Martín Torrijos, que se dice que tiene a toda su cercana parentela en muy bien remunerados puestos públicos y que se ofrece como la persona que reducirá el precio da la “canasta básica”, como si tal cosa dependiera de decisiones políticas y no de realidades económicas, que en el momento han sido muy afectadas por la agresión del criminal de guerra Putin, que entre otras cosas ha elevado el precio de los granos y del combustible en prácticamente todo el mundo.
De los panameños y los salvadoreños se puede decir que con tal clase de “amigos y patrioteros” no necesitamos enemigos...
Es natural que buenos y positivos candidatos seguramente están en contienda en el país canalero, pero se debe ejercer mucho criterio para separar lo uno de lo otro, como lo dijo a un conocido nuestro una señora mayor, en parte expresando lo que se puede esperar en una democracia por imperfecta que sea.
En Panamá y de acuerdo con lo que mucha gente buena del país asegura, ser presidente es en muchos casos altamente lucrativo. Del cargo no se sale pobre, como lo evidencia el caso de Martinelli, ahora refugiado en la embajada de Nicaragua para evadir una condena a más de once años de cárcel, que dada su edad y condiciones físicas prácticamente equivale a una condena a perpetuidad.
Según se informa, le espera otro juicio por supuesto blanqueo de sobornos pagados por la constructora brasileña Odebrecht. También se le ha procesado por presunto espionaje a opositores durante su gobierno. Por hechos como estos se le ha inhabilitado para correr nuevamente por la presidencia, como pretendía, como si ese alto cargo fuera una garantía de impunidad.
Las autoridades panameñas se han opuesto a permitirle salir del territorio, por lo cual es “huésped distinguido” del régimen de Nicaragua, tan dado a acoger a personajes cuestionados u oscuros de la región o con cuentas pendientes con la justicia.
¿Cómo puede quitarse el monstruo que por su propia culpa se encaramó?
Se dice que Martinelli ha convertido la sede de la embajada en un lujoso “spa”, con piscina, sala de juego y muchas otras amenidades, pagadas en parte por corrupción al igual que de los beneficios de su cadena de supermercados para sacudirse al gorila que se les montó en la espalda...
Lo que caracteriza a las dictaduras del mundo es que hay “elecciones” pero de un candidato único apoyado por un partido también único, como nuestros lectores y audiencias ya saben dónde.
Las democracias son sistemas complejos que se prestan a manipulaciones y son vulnerables a lo que demagogos ofrecen y que los minuspensantes en una sociedad toman como posible, literalmente “mordiendo el anzuelo”.
El dictador húngaro Víctor Orban, que está donde está gracias a una masa de incautos connacionales, estuvo hace poco reunido con Trump para compartir consejos de cómo ser “democracia” y dictadura a la vez, por decir el mejor de los mundos para esa clase de malvados, lo que lleva al viejo adagio de que “cada pueblo tiene el gobierno que merece” con un caveat, advertencia: los pobres caen en la trampa pero quedan sin recursos.