Muchas comunidades musulmanas en Europa apoyan en su mayoría la salvaje agresión del grupo Hamas a Israel, evidenciando que si bien viven en Europa, donde la norma es la tolerancia y la convivencia pacífica entre grupos humanos indistintamente de sus posturas ideológicas, “Europa no ha pasado por ellos”, han sido incapaces de entender el valor de la tolerancia, de la discusión racional de problemas, de aceptar “al otro” pese a diferencias de la índole que sean.
Esa arraigada intolerancia, que siempre está a un paso del odio, fue lo que arrastró a un grupo de musulmanes desquiciados residentes en Alemania a planificar y luego llevar a cabo el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York y a la sede de las fuerzas armadas estadounidenses, el Pentágono.
Igualmente se vienen perpetrando ataques de yihadistas con cuchillos y armas de fuego en varias naciones, siendo Bélgica una de las más golpeadas.
Es claro que musulmanes sensatos y tolerantes, capaces de convivir al lado de otros credos y grupos, los hay por millones, como lo comprueba la convocatoria urgente de la Liga Árabe para buscar una solución a las hostilidades desatadas por Hamas.
Asociarse con criminales y apoyar sus inhumanos actos puede dejar imborrables secuelas en los hijos de esos grupos, que en lugar de labrarse posiciones construtivas, buscar una vida tranquila, puede conducirles a ser iguales o aun peores que sus progenitores.
Cualquier persona sensata se espanta de abuelos padres e hijos vinculados al narcotráfico, a la criminalidad, a repugnantes oficios.
Es edificante contemplar cómo personas de modesto origen, empleados domésticos, obreros manuales, se esfuerzan para que sus hijos sean profesionales, personas positivas.
Hace muchos años conocimos uno de tales casos: un “cadenero”, o sea la persona que sostiene los aperos de agrimensores, tuvo un hijo y de inmediato se planteó un objetivo: darle al niño una educación, hacer de él un profesional preparado.
Nuestro amigo, ahora desaparecido, estudió para sacar el bachillerato asistiendo a clases por la noche; una vez logrado el propósito se inscribió en la Escuela de Ingeniería, que preparaba tanto a profesionales salvadoreños como centroamericanos.
Su hijo es hoy en día un excelente ingeniero, cumpliendo las aspiraciones de su padre Armando y su madre Dominguita…
El contraste es el ladrón que entrena al hijo robando pequeñas cosas hasta que de fechoría en fechoría sigue el siniestro camino de quien le precedió…
Aquí como allá, la buena gente está siempre expuesta a lo peor
Es más que seguro que muchos musulmanes que viven en Europa están en contra de la banda criminal Hamas, pero no se atreven a condenar sus atrocidades abiertamente…
Es la clase de dilema terrible de tantos jóvenes de barrios pobres en nuestro desgarrado país, temerosos de que “los jueces de la calle”, la brutal soldadesca al servicio del régimen, los detenga por su solo aspecto físico o por la desgracia de tener algún vecino vinculado a las pandillas.
El caso más condenable es el de un joven que hacía tiktok y fue a la estación de policía a aclarar que era honesto, pero los cavernícolas lo metieron preso….
Moraleja: cuando vean que soldadescas ronden un lugar, quédense muy calladitos, no salgan ni a comprar en la tienda del barrio…