Las perlas crearon Catar: en una pequeña península del Golfo Pérsico los japoneses recurrían a pescadores para cultivar perlas, un proceso creado por Mikimoto Kōkichi (1858-1954) emulando lo que las ostras naturalmente hacen: alrededor de un pequeño núcleo que por accidente se aloja dentro del molusco, van generando capa tras capa de nácar.
Es una historia que culmina este año en la celebración de la Copa de Fútbol de fútbol, el deporte más popular del mundo y de la historia, que se realizará en el espléndido grupo de estadios construidos en Doha, la capital del emirato, y otras ciudades, escenarios que se informa que están climatizados, con aire acondicionado, lo que es una primicia en eventos deportivos.
Doha es una de las ciudades más hermosas del mundo, pues los cataríes han contratado a varios de los más reconocidos arquitectos del mundo para que diseñen edificios, parques, museos, mercados (los famosos “bazares” del Medio Oriente) y la forma como las ciudades irán creciendo.
Los habitantes del emirato disponen de una red ferroviaria que los traslada de un punto a otro del país sin cobrarles, a lo que se suman servicios médicos, enseñanza en universidades del Primer Mundo que han establecido filiales en Catar, como la Texas A&M, la famosa universidad francesa que prepara a futuros funcionarios del Estado, etc., educación a la que tienen acceso tanto hombres como mujeres, rompiendo el tabú musulmán de relegar la mujer a lo que los alemanes llamaban las tres K: kinder, kuche und kirche (niños, cocina e iglesia), lo que se superó hace más de un siglo.
Pese a esto y a diferencia de lo que está sucediendo en Arabia Saudita y como símbolo de la revuelta contra los clérigos en Irán, “el velo” sigue siendo obligatorio y las mujeres occidentales que visiten el país como seguidoras del fútbol o acompañando delegaciones deben cubrirse los brazos y portar faldas abajo de las rodillas.
Consecuentemente bañarse en bikini es solo permitido en playas cerradas y separadas entre los sexos…
“…no vayan ahora de visita; esperen un año para hacerlo…”
Catar está literalmente encima de enormes yacimientos de petróleo y gas, un riqueza que permite montar un esplendoroso escenario para el Mundial de Fútbol.
La Constitución catarí prohíbe la formación de partidos políticos además de controlar lo que se dice o transmite en diarios y emisoras, lo que ha provocado ya incidentes entre camarógrafos occidentales, en particular unos daneses, que han sido muy críticos del régimen en asuntos de derechos humanos y el tratamiento de trabajadores extranjeros, muchos de los cuales han muerto a causa del intenso calor (sobre los cincuenta grados centígrados en el verano), sin compensar a sus familiares…
Pero esas prácticas, que van desde negar la enseñanza a mujeres en Afganistán además de forzarlas a ir cubiertas desde la cabeza hasta los pies, son un rasgo común en las naciones musulmanas, pese a periodos como bajo el depuesto Sha de Irán, Reza Pahlevi, cuando tales usos no eran obligatorios…
El espectacular desarrollo físico y urbanístico de Catar evidencia que alrededor del Emir se agruparon personas sensatas y creativas, formando una élite intelectual y empresarial de primer nivel, que se ha ocupado del desarrollo del país, una nación que registra muy poca criminalidad o desorden público, como sucede por desafortuna en Egipto.
En estos momentos visitar Catar para presenciar el campeonato es toda una odisea; el año entrante un viaje al emirato promete mucho de grato…