Llegan como el viento y como el viento se van… las modas son pasajeras como las formas de vestir, de socializar con otros, de decorar una casa o lucir la cabellera…
No hace mucho tiempo las mujeres se peinaban con torres de pelo sobre sus cabezas, las que fueron poco a poco abandonando aunque en los poblados del interior la moda se mantuvo por unos años más, como podía verse cuando las candidatas a reina de tal o cual cabecera departamental se presentaban y así salían fotografiadas en los periódicos.
Los griegos se dejaban las barbas, los romanos se afeitaban el rostro; Sócrates, Platón, Eurípies llegan hacia nosotros con barbas, pero César, Augusto y el monstruo de Nerón, al igual que Calígula, no llevaban barbas.
Durante el siglo XVIII los grandes personajes, al igual que emperadores, músicos como Bach, Mozart y Beethoven no usaban barbas, como tampoco fue barbado ni Wolfgang Goethe ni Federico Schiller, el autor del Himno a la Alegría que Beethoven hace tema en su Novena Sinfonía. Napoleón emperador ni ninguno de los reyes que luego asumieron el poder después de su caída, hasta que figuras como Napoleón III, Carlos Marx y otros irrumpen en la historia barbados.
Del gran pensador Federico Nietzsche nos ha llegado su efigie con un tremendo bigote, al igual que los personajes importantes de esos años; el gran dramaturgo Ibsen, de Casa de Muñecas y Un Enemigo del Pueblo entre otras extraordinarias obras de teatro, Lucía imponentes barbas a ambos lados de su rostro.
En estos momentos llevar barbas y hasta tatuajes es la moda pero ningún estadista importante se presenta barbado: Ni Biden, ni Scholtz el canciller alemán ni Netanyahu ni el Rey de España, Felipe VI, aparecen barbados, pero los ayatolas iraníes esconden sus siniestros rostros detrás de barbas y turbantes.
Los tatuajes, propio de bárbaros, pueden afectar el sistema inmunológico del cuerpo…
Zelenski lleva una ligera barba mientras por su lado el actual presidente de Chile, Gabriel Boric, cuya popularidad se ha desplomado, tiene una barba como en su momento la usó el gran compositor alemán Johannes Brahms.
Siempre son pocos a la cabeza y muchos van detrás
Las modas llegan, se quedan un tiempo y se van, siendo reemplazadas por otras modas. Ser de los primeros que adoptan una forma de vestir, de peinarse, de adornarse es siempre un buen mérito, aunque se da el caso de personas que tratan de imponer alguna clase de moda, de maña, de proceder pero que no logran, literalmente, de pasar “de primera base” como se diría usando términos de béisbol, a lo que debe agregarse otra cosa: no es de medianías, de desconocidos, abrir brecha en deportes, formas de ser o comportarse pero se da el caso de desconocidos hasta ese momento que irrumpen con gran fuerza en el mundo, como el arquitecto Ganier de la Ópera de París que presentó su boceto a los 19 años, o el joven poeta francés de 16, Rimbaud, que dio un rumbo nuevo y extraordinario a la expresión literaria.
El resto de la gente no tiene más alternativa que seguir a los innovadores, unirse a la masa que se mueve detrás de lo nuevo que tenga algún atractivo o gracia que rompe viejos moldes…