El padre Vicente Chopin, teólogo y catedrático universitario, expresó en pocas palabras el sentir de los salvadoreños preocupados por nuestros jóvenes, que día a día prefieren emigrar por la incertidumbre y el retraso económico que prevalece en su tierra.
Queremos más educación, más cultura, escuelas de formación académica y en oficios, más seguridad y respeto al Estado de Derecho para que los inversionistas lleguen con toda confianza a generar empleo y riqueza.
La educación es clave para el progreso de las naciones, pues un pueblo educado e informado puede tomar las mejores decisiones, defender su sistema de vida democrático y no es presa fácil del bajo mundo ni de los demagogos.
El padre Chopin desglosó lo que cuesta la alimentación de cada uno de los 40,000 reos que se piensa recluir en la mega-cárcel de Tecoluca, San Vicente, que podría llegar a 67 millones de dólares en un año y 670 millones en diez años. “¿Y quién paga esto? ¿El presidente?”, se preguntó. “No. Lo pagamos nosotros, la población paga eso, es la comida de los reos”, respondió de inmediato.
Ciertamente es importante apostarle a la persecución del delito, pero no a base de sacrificar la educación, que ya es muy deficiente, para forjar un Estado policía al entero servicio del régimen de turno y que para mantenerse deba recurrir al miedo, las amenazas y las cárceles recluyendo a justos con pecadores.
Nuestro columnista, el doctor Oscar Picardo Joao, expone en estas mismas páginas que es necesario fortalecer tanto la educación universitaria como la básica y media. “En la práctica, según los estudios realizados por Ernesto Schiefelbein (2008), los estudiantes reciben no más de “100 días de aprendizaje efectivo”, es decir, el 50% de lo planificado, lo cual equivale a los resultados de PAES 1997-2019 que siempre fueron de 5 y fracción; era lógico…”.
Esto sin tomar en cuenta las precarias condiciones y el descuido en que se encuentra la infraestructura académica pública a todo nivel.
Sin embargo, la semana anterior se conoció que se está llamado hasta los reservistas para fortalecer la soldadesca con la que se protege el régimen, pero no se anuncia la contratación de más maestros y la reparación de más escuelas.
Llega agosto entre el miedo y la incertidumbre
El 1 de agosto arrancan nuestras fiestas patronal. Este año, como los dos anteriores, el país se encuentra en una muy difícil situación, con la mitad de los pobladores en la pobreza, las familias muy golpeadas por el alza en los costos de la canasta básica y amenazadas por una “reforma de pensiones” que se teme que no es otra cosa más que el saqueo de los ahorros de los trabajadores.
El clamor de muchos es pretender una pensión “digna”, sin darse cuenta de que en el mejor de los casos tendrían apenas lo necesario para vivir, ya que la brutal agresión a Ucrania por el criminal de guerra y envenenador Putin ha desquiciado el abastecimiento tanto de combustible como de alimentos, generando el espectro de una hambruna a nivel mundial.
La reforma agraria impuesta por los golpistas en 1980 ha dejado manco, lisiado, al agro salvadoreño, en una situación precaria y vulnerable ante estos acontecimientos; lo condenó a una enfermedad crónica de la que aún no se recupera y a la pérdida de decenas de miles de empleos.
Agosto encuentra a muchísimas familias temiendo por sus seres queridos, apresados en las redadas brutales que se han hecho, a lo cual se suma un hecho: las familias de personas que son de trabajo, que no andan en actos delincuenciales, están amenazadas de que si protestan públicamente no va el régimen a responder por ellos.
Tal cosa se puso de manifiesto cuando el carcelero mayor (mencionado en la lista Engel) salió a “poner orden” a los grupos de personas frente a Mariona, pues esa gente era un reclamo público que no puede ignorarse por locales ni foráneos.