Es evidente que el actual régimen salvadoreño literalmente está entre la espada y la pared en sus cuentas, sobre todo considerando la última emisión de bonos a muy altas tasas de interés, bonos que reflejan el “desespere” para hacerse con más dinero.
Esa emisión en el mercado internacional ha sido calificada por el periódico británico Financial Times como el “bono absurdo de El Salvador” en un artículo publicado este 22 de abril.
“A cambio de 899.23 millones de dólares, ahora El Salvador se compromete a pagar a los acreedores 92.5 millones de dólares anuales en intereses y luego 333.3 millones de dólares en capital cada año entre 2028-2030”, dice en el análisis del medio.
“Básicamente, El Salvador está intercambiando deuda cara por deuda exorbitantemente cara, en lugar de aceptar el dinero barato pero sujeto a condiciones del FMI, y esperar una intervención divina antes de octubre de 2025”, expone el artículo.
Algunos dicen que para obtener más dinero hay otras opciones sobre la mesa y no debe de faltar la tentación de elevar el IVA, pero hacerlo por uno, dos, cinco puntos equivale a subir el costo de la canasta básica, lo que consumimos todos; sin embargo, en el caso del sector poblacional al que las sucesivas ocurrencias del régimen han hecho caer en la pobreza equivale a darle el tiro de gracia, ya que a duras penas puedan comprar dos o menos canastas básicas de alimentos en un mes.
El economista Luis Membreño puso en claro el significado del IVA y quiénes salen perjudicados al elevarlo “para ingresar más dinero” al régimen: los pobres.
Además, pedir al Fondo Monetario Internacional (FMI) directrices para poner en pie una economía equivale, lo dijo en una ocasión Steve Forbes, a pedir a la KGB de Rusia —que hoy en día opera con otro nombre bajo el criminal de guerra Vladimir Putin— formular la constitución de un país democrático.
Lo que les pase a los pobres en nuestro país no es lo que más quita el sueño al régimen mientras pueda continuar con sus estrafalarios proyectos, entre ellos un “aeropuerto para el oriente del país” en el que seguramente sólo avionetas van a aterrizar.
Un tratado comercial con China es lo último que necesitamos
La otra gran pensada es firmar un tratado de “libre comercio” con China comunista, lo que causaría muchos daños a diversas empresas del país, que no podrán competir con las prácticas comerciales de dumping y subsidios a fabricantes chinos.
Si bien el proteccionismo debe siempre medirse precisamente para defenderse de prácticas propias de piratas del exterior, es seguro que muchos trabajadores salvadoreños perderían su empleo, como sucedió con las compras a precios por encima del mercado a mercaderes de Sinaloa.
Al lado de tiranos, muchos grandes gobernantes y reyes en la historia, entre ellos Enrique IV de Navarra y Rey de Francia, han tenido como un objetivo esencial el bienestar de los pobladores, cuidarlos tanto en tiempos de bonanza o periodos difíciles, lo que el bíblico José contribuyó a mitigar con su ejemplo de las siete vacas gordas y las siete vacas flacas.
Es eso precisamente lo que no mueve al régimen salvadoreño, que ha dispuesto de los ahorros de los trabajadores, los fondos de INSAFORP, presupuestos de educación, reservas del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (pertenecientes a los trabajadores, no “al Estado”).
Lo último es la pretensión de embolsarse parte de las remesas “para fines más productivos”, más “productivos” que el sostenimiento de familias por sus hijos e hijas en el exterior, que con sacrificios generan esos fondos.
Son los pobres los que han tenido que pagar varias ocurrencias “del Estado” como la compra de los bitcoins y ahora el tratado con China agregado a la “biblioteca” donde no hubo empleo de algún significado para salvadoreños pues se dice que casi todos eran chinos de China…