Dos niños, de 9 y 12 años de edad, murieron soterrados al caer sobre ellos un alud de tierra en Apopa, horrible tragedia que pudo haberse evitado si hubiera un verdadero control municipal e institucional sobre construcciones y áreas con peligro de deslizamientos de tierra, sobre todo con las intensas lluvias de los últimos días.Familiares recordaron que uno de los muchachitos, antes de irse a dormir, dijo a su mamá que la "amaba muchísimo", palabras que la desdichada señora llevará grabadas en su alma mientras viva.
Los niños, se nos dice, eran especiales, muy amigables, siempre sonrientes, gentiles con todas las personas con quienes se relacionaban.
Pero, ¿es que hay un verdadero control municipal y estatal de visitar zonas afectadas por lluvias, deslaves, cárcavas, ríos desbordados?
Todas las señales indican que cada vez hay menos dinero para cumplir con tareas esenciales de protección a la gente que carece de recursos propios, lo que intriga a economistas que se cuestionan diciendo que "si nadie roba ¿cuál es el motivo de que no haya dinero para cuidar a la población, a los sectores pobres?".
La madre de los niños dice que no tenían más alternativa para vivir que esa casa que se derrumbó. Y en parecida situación están miles de familias y personas en este suelo.
El sistema hospitalario está casi "en las lonas", el crédito del país se ha desplomado y la mitad de los salvadoreños quisieran irse a otra parte, pese a las crecientes deportaciones.
Sólo entre enero y mayo de este año, 20,652 migrantes salvadoreños fueron detenidos en la frontera sur de Estados Unidos, según informó la Oficina de Aduanas y Patrulla Fronteriza de Estados Unidos (OBP por sus siglas en inglés)
Pese a que nadie roba —o así se nos dice—, nuestro país va camino de ser un Estado fallido, como está sucediendo en Colombia, donde la pobreza ha ido incrementándose pese a lo enorme de su territorio, a los hipopótamos de Pablo Escobar, a sus recursos en todo lo imaginable.
Una solución para muchos niños que enfrentan vidas de pobreza es que sean adoptados por familias tanto estadounidenses como europeas calificadas para ello, como sucedió en los años Ochenta.
Es más que oportuno revivir el exitoso programa EDUCO
Se dice que "cada niño que nace trae su pan bajo el brazo"; la sabiduría de padres, educadores y grupos sociales consiste en darle herramientas mínimas para que puedan desarrollar sus aptitudes, una de las esenciales funciones de todo Estado, lo que se cumple aunque a veces y pese a que nadie roba tal cosa no ocurre.
Es muy del caso que las comunidades, por sí mismas, revivan el programa EDUCO que integraba, en un común esfuerzo, a todos los miembros del lugar, programa que el régimen efemelenista anuló.
De igual manera, que las comunidades verifiquen ellas mismas sus áreas, identifiquen sitios de riesgo y tomen medidas, ante la desidia estatal.