"Nos opondremos a todos aquellos que buscan atacar a la prensa o a los periodistas" dijo el presidente Biden al referirse al corresponsal del Wall Street Journal, Evan Gershkovich, sentenciado en Rusia a dieciséis años de cárcel acusado de "espionaje" por hacer su trabajo, averiguar lo que está de programas que el régimen de Putin mantiene escondidos.
En Rusia, al igual que en las dictaduras de toda clase en el mundo, los periodistas van tras lo que se esconde, se cierra al escrutinio como sucede en nuestro país, El Salvador, información que pertenece a la gente, pero se oculta descaradamente a través de “filtros” y amenazas, como es el uso de dineros públicos, el otorgamiento de contratos, el nombramiento de personas no idóneas en cargos estatales.
Volviendo al caso de Gershkovich, no es el único perseguido por el régimen del criminal de guerra Putin, pues varios periodistas rusos, incluyendo una mujer, han sido encarcelados por oponer la agresión a Ucrania e indagar cómo se llevaron a cabo los “misteriosos asesinatos” de opositores a Putin, a lo que se agrega en estos momentos la amenaza contra los miembros de la Corte Internacional de Justicia por abrir un expediente sobre los crímenes contra la población civil de Ucrania, incluyendo los bombardeos a hospitales y centros de enseñanza de niños, lo que también está sucediendo en el territorio palestino.
Los enloquecidos megalómanos que creen haber sido ungidos por deidades propias para actuar como lobos contra sus semejantes (en latín Homo hominis lupus) no vacilan en torturar, asesinar, perseguir y obviamente censurar, amordazar.
El régimen salvadoreño ha acosado y restringido a los periodistas independientes, al grado que muchos de ellos han tenido que salir al exilio y de nada sirve que tenga un encargado de derechos humanos si solo sirve para intentar defender atropellos y vilezas ante organismos internacionales.
La contrapartida de la censura es el rumor, los chismes, las “fake news”, la maledicencia acompañada de la calumnia, esta última culpable de que personas inocentes sean apresadas partiendo de “poner el dedo” por celos, perversidad, envidia.
Siempre recordamos que el primer crimen mencionado en la Biblia fue motivado por la envidia de Caín por el favor que Dios hacia a su hermano Abel... Y es la envidia el motor que mueve al comunismo y sus populismos derivados, resentir que unos gracias a su esfuerzo, a su capacidad o su buena suerte, tengan más o vivan mejor que otros...
Ningún abuso o crimen pasa inadvertido en los tiempos actuales
El dictador Hernández Martínez tuvo, a su favor, el desinterés de la comunidad internacional por los crímenes y desmanes que perpetraba, lo que posibilitó que pudiera colocar una especie de manto de silencio sobre lo que aquí sucedía. Pero los tiempos actuales son otra cosa: los crímenes se conocen y se divulgan, a lo que se suman las condenas de entidades internacionales que velan por los derechos humanos como Human Rights Watch, alimentada por denuncias de “propios y extraños”.
La Premio Nobel de la Paz iraní, Narges Mohammadi, condenada por el enloquecido régimen teocrático, ha logrado hacer llegar a Occidente sus denuncias, además de la información suministrada por otros iraníes...