Repudio e indignación ha causado en el periodismo centroamericano y continental la captura del destacado periodista guatemalteco José Rubén Zamora, director de El Periódico, un valiente medio crítico y fiscalizador del gobierno en el vecino país.
Siguiendo el guion moderno de las dictaduras, se acusa al intelectual de “lavado de dinero” y otros delitos, de la misma manera como ha hecho Ortega en Nicaragua para sacar del camino a sus más fuertes contrincantes en las pasadas elecciones y de manera similar ha obrado el régimen en El Salvador con figuras de la oposición.
Irónicamente se detiene al colega cuando en El Salvador se celebraba el Día del Periodista, de igual manera en medio de amenazas, bloqueos y manejo oscuro de las instituciones estatales que se sostienen con el dinero de los salvadoreños.
El mensaje que el régimen guatemalteco y sus pares quieren enviar es: “no me critiquen ni me saquen los trapos al sol porque tengo el poder absoluto y puedo meterlos presos cuando quiera. Esto va para todos…”. Pero son estas conductas y procederes los que más hunden a los dictadores, que los perseguirán hasta su muerte o hasta verse en pijama anaranjada, como al hondureño Juan Orlando Hernández o al guatemalteco Alfonso Portillo, o tengan países por cárcel aunque digan que son “exilios dorados”, como les ocurre a Funes y al Profe.
La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Human Rights Watch y personalidades de dentro y fuera han reaccionado y reclamado con energía y vehemencia la liberación de Zamora.
El laureado escritor nicaragüense Sergio Ramírez Mercado llamó “a condenar enérgicamente la arbitraria prisión de Rubén Zamora y el allanamiento de El Periódico”, que lucha “con valentía contra la corrupción y el abuso de poder en Guatemala”.
El periodista nicaragüense Carlos Fernando Chamorro escribió: “Entre los 60 periodistas, héroes mundiales de la libertad de prensa, del International Press Institute, hay 2 periodistas centroamericanos: mi padre Pedro Joaquín Chamorro, asesinado en 1978, y José Rubén Zamora, preso político del régimen de Guatemala. Libertad para Chepe Zamora”.
Nuestra solidaridad y acompañamiento a José Rubén Zamora y al personal de El Periódico. Confiamos en que la justicia y la razón prevalecerán, que se libere pronto al periodista Zamora y se deje de amedrentar al periodismo en su país como en el nuestro.
Dictaduras y demagogos persiguen la difusión de la verdad
El periodismo es, para nosotros, la mejor profesión de todas, pues en una u otra forma la mayoría de actividades humanas obligan a comunicar hechos, ideas, objetivos, además de contrastar las posturas de unos con las afirmaciones de otros.
¿Es que en todo hay dos verdades? Algunas obras maestras del cine y la literatura tratan sobre los dramas que surgen en los cuales es muy difícil precisar dónde está la razón, pues con frecuencia ambas partes tienen algo a su favor, a menos que se trate del caso de un asesino frente a su víctima, más cuando ésta no tuvo la menor oportunidad de defenderse, como en los casos que se vienen dando desde que el régimen bukeliano inició capturas masivas e indiscriminadas de personas, en la que “justos y pecadores” parejamente son tratados.
Hay que partir de una realidad amarga: como dijo el pensador francés Ravel, la mentira reina este mundo y los que mienten por hábito, aunque no tengan necesidad de hacerlo, mantienen su feo vicio.
En nuestro suelo y como lo vienen señalando tanto organizaciones internas, las mismas víctimas y entidades internacionales, perseguir, amenazar y forzar la salida de periodistas es “pan de cada día”, una mancha que crece con el paso de los días y que acaba de denunciarse en las audiencias que tienen lugar en el Senado para confirmar al nuevo embajador de Estados Unidos en nuestro país.
La propaganda de las dictaduras, las mentiras, la difamación contra personajes y movimientos cívicos, son los muros contra los cuales los informadores profesionales y honestos tienen que luchar todo el tiempo.
“La verdad se defiende sola, la mentira necesita ayuda de los gobiernos…” (Antonio Escohotado).