Gerardo Schonenberg expone, en un ilustrado artículo de opinión publicado en este Diario, lo que son las competencias paralímpicas y la necesidad de que se organicen Juegos Paracentroamericanos para que muchas personas que sufren alguna clase de discapacidades pueden participar, incluso con miras a proyectarse a nivel mundial.
Su especialidad es Boccia Bc3, compitiendo para alcanzar una meta, al igual que se realizan competencias entre atletas en condiciones físicas normales y en las cuales como país hemos destacado en varias disciplinas.
Es evidente que Gerardo cuenta con el apoyo de su familia, que debe de alentar el esfuerzo que hace y que encierra una importante enseñanza para el resto de nosotros: que ayudar a los miembros de una familia al igual que a otras personas que lo necesiten es de mucho mérito, un deber humano que en lo posible debe cumplirse.
La disciplina, el empeño de Gerardo para superar sus limitaciones, es admirable y una enseñanza para todos. Por lo mismo, quienes tenemos la dicha de estar en buenas condiciones físicas y mentales debemos hacer lo posible por asistir a quienes lo necesiten, es parte de una solidaridad que contribuye a cohesionar grupos humanos.
Una persona muy cercana a nosotros cuando viaja a Florida participa en competencias de vela junto a un sueco que no tiene brazos pero que con sus piernas se maneja, lo que recuerda una película inglesa, “Mi pie izquierdo”, de un joven casi paralítico que así lograba llevar su vida, una cinta que lanzó al estrellato a Daniel Day-Lewis.
Casos de personas que han perdido manos manipulando explosivos, que pierden la vista pero que, al igual que el gran tenor italiano Andrea Bocelli, ciego de nacimiento y una de las estrellas en las festividades alrededor de la coronación de Carlos III, logran desarrollar habilidades que les permiten llevar adelante sus vidas pues tacto y olfato permanecen.
Una excelente pintora que conocemos está confinada en una silla de ruedas y depende de sus hermanas y familia para casi todo, pero tiene la necesaria fuerza en sus manos para hacer bosquejos e ir transformándolos en obras muy lindas; lienzos hechos sobre la Virgen dan gracia y ternura a un par de altares en América del Sur.
Más y más se hace para ayudar a quienes requieren asistencia
Las competiciones entre personas discapacitadas son una modalidad relativamente nueva en la historia del deporte, al menos en lo que toca a nuestro país, lo que se engloba como naciones “en desarrollo” aunque en muchos casos son naciones en proceso acelerado de subdesarrollo, de ir perdiendo lo que previas generaciones fueron edificando, como sucede cuando una persona logra culminar una carrera universitaria pero que, por indolencia va desfasándose en sus conocimientos, no logra mantenerse actualizado.
En uno de sus lienzos, el gran pintor español Sorolla, nacido en Valencia, pinta a unos jovencitos lisiados bañándose desnudos en el mar, cuadro que tituló “pobres seres”, ya que en esos tiempos las discapacidades eran en su mayoría intratables, no se conocían formas de ayudar a las personas afectadas.
Pero mucho se ha avanzado, a Dios gracias, desde entonces, como lo confirma la rehabilitación de soldados heridos en batallas, la fabricación de prótesis por voluntarios, además de facilitar el acceso a academias y centros de estudio a personas con problemas de movilidad; la Universidad Mónica Herrera recibió recientemente un premio por sus logros en ese sentido…