El dictador turco Erdogan acaba de convertir en mezquita una iglesia cristiana que data del siglo IV de nuestra era, una profanación que repite tras haber convertido a Santa Sofía en Estambul en mezquita, todo esto cuando el país gasta millones de millones de dólares para atraer turismo de Occidente, presentándose como una meca gastronómica, donde, según la propaganda, la “mejor cocina del mundo” tiene arraigo.
Se trata de la iglesia bizantina de San Salvador de Cora, un lugar emblemático de Estambul, a la cual también le cambió el nombre: la mezquita de Kariye.
El dictador además exhibió su matonería al perpetrar esa atrocidad en las narices del primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, que llegó a rogarle que revirtiera la decisión. La única concesión es que la estructura “permanecerá abierta a todos”, lo cual se dijo de Hagia Sofía —el otrora principal templo de la cristiandad oriental— al convertirla en museo, pero después la hicieron mezquita pese a las peticiones de líderes e instituciones de todo el mundo para que no fuera así.
Mistotakis no dudó en reiterar su descontento y desconcierto, pues las mezquitas abundan en toda Turquía y no hacía falta una más.
La iglesia bizantina de Cora, monumento inscrito en el patrimonio mundial de la UNESCO, es sobre todo conocida por sus magníficos mosaicos y frescos del siglo XIV, incluido una monumental composición del Juicio Final que, se teme, serán destruidos sin piedad. Por ahora han sido ocultados al público, según se informa.
Erdogan, a quien definen como “promotor de un islam político”, había ordenado en agosto de 2020 la conversión de esta iglesia bizantina en mezquita, un mes después de la apertura al culto musulmán de la antigua Basílica de Santa Sofía.
En Occidente no se convierten mezquitas en templos cristianos
Estambul fue la capital de Bizancio y del cristianismo oriental durante más de mil años.
La parte mejor, verdaderamente valiosa de Estambul, es el sector bizantino, donde se encuentra Hagia Sofía, la Santa Sabiduría, la gran Cisterna, lo que queda del Hipódromo...
Los venecianos, durante una de las Cruzadas, robaron los cuatro caballos que adornaban originalmente el Hipódromo, cuyas copias (los originales están en el museo adyacente) adornan la Basílica de San Marcos, caballos que Napoleón robó pero que Francia tuvo que devolver, aunque quedaron copias en el Arco del Carrusel en uno de los extremos de los Campos Elíseos.
Hay un hecho incontrovertible: ninguna nación occidental convertiría una mezquita en iglesia, evidenciando lo que es la tolerancia cristiana con la ciega intolerancia de los radicales musulmanes, una actitud que nutre el jihadismo y da lugar a las agresiones de enloquecidos en Europa, incluyendo el ataque que le costó la vista de su ojo derecho al escritor y poeta de origen indio Salman Rushdie...
Este último fue víctima recientemente de la condena a muerte en su contra emitida hace 33 años, no por un tribunal con todas las garantías del debido proceso, sino por un enloquecido ayatola que seguramente ya conoció los infiernos.
“Cosas veredes” dijo don Quijote a Sancho, sin duda anticipando las locuras y conflictos de la actualidad, pensando en los Maduro, los haitianos, los Ortega y en un paisito “cuyo nombre no quiero recordar...”.