Ebrahim Raisi, presidente de Irán, su canciller y otros funcionarios murieron al estrellarse el helicóptero que los conducía en una región montañosa de ese país, una muerte que solo conmueve a sus secuaces en el poder, ya que Raisi era conocido como “el Carnicero de Teherán”, pues se denunció que ejecutó a cerca de cinco mil “prisioneros políticos”, disidentes y luchadores contra la demencial teocracia instalada en 1979 a la caída del Sha.
Raisi era descrito como “conservador”, expresión que señala a individuos aferrados ciegamente a una doctrina (en su caso “superstición”) y que para imponerla pasan encima de toda consideración, todo derecho de otros, toda norma propia de la vida civilizada.
“El Carnicero de Teherán” era parte de la siniestra pandilla de enloquecidos que han impuesto una férrea dictadura sobre ese país y quieren expandirla, la que va desde imponer a las iraníes cubrir su cabello con trapos so pena de palizas, latigazos y hasta la muerte —una forma vil de discriminarlas— hasta impedir manifestaciones “ya que eso ofende a dios”, un “dios” que desde la inmensidad del cosmos está pendiente de que la regla se cumpla estrictamente, lo que informa “segundo a segundo” a los ayatolas.
Ocasionalmente sujetos de todo pelaje, cuando perpetran homicidios o destrucción, alegan que “voces internas” les ordenaron hacerlo, como fue el caso del “reverendo” Jim Jones, que llevó en 1978 a un millar de sus hipnotizados seguidores a suicidarse en masa en la Guyana, voces que sin duda alientan a los cabecillas de las revueltas en Haití a continuar destrozando su país.
En su incontrolable demencia los iraníes han llegado a masacrar a niños, lo que es habitualmente una especie de norma “válida” de la guerra, como está perpetrando Putin en Ucrania y a quien Xi Jinping condecoró, aunque no se sabe si con la “Orden Genocida Mao Zedong”, cuyas ocurrencias llevaron a la muerte por hambre a más de sesenta millones de chinos…
Abunda la gente que censura alegrarse de la muerte de malvados, pero si bien no es para reunir a los amigos y montar un coctel, este deceso debe de estar llenando de alivio y gran regocijo a la inmensa mayoría de personas en Irán, donde desde hace meses se reprimen con brutalidad enormes manifestaciones populares pacíficas pidiendo “libertad”, como ahora tantos en Nicaragua, en Venezuela y en muchas naciones de África y el Medio Oriente aferradas a anacrónicas visiones del mundo…
Los hombres buenos deben unirse para afrontar los desafíos del mal
La libertad individual y colectiva es la fuerza tras la innovación en todos los campos, lo que al mismo tiempo que apoya al individuo es la base de colectividades que respetan derechos humanos básicos, partiendo del principio de que mi libertad llega hasta donde inicia la de otro, pero ambos podemos avanzar con más rapidez si nos unimos, como se representa por el símbolo romano de una hacha sostenida por muchas varas: en la unión está la fuerza. Los hermanos deben unirse, las familias mantener su cohesión, las comunidades protegerse de malvados intentos de cegar la discordia entre ellos… Son múltiples las fábulas de animales que al unirse son capaces de vencer adversarios, sobreponerse a peligros.
La agresión contra Israel, al igual que la desquiciada guerra de Putin contra Ucrania, exponen los desafíos que las democracias del mundo enfrentan…