La brutalidad extrema de las soldadescas rusas —y en general del ambiente impuesto por el criminal de guerra y envenenador Putin— supera todo lo que se ha visto en los siglos XIX y XX y en particular desde que se suscribieron, en Ginebra, tratados internacionales que establecen reglas esenciales que ninguno de los beligerantes debe violar, desde el trato que se da a los prisioneros, la prohibición del uso de armas como las bombas de racimo, el empleo de gas asfixiante, atacar objetivos no militares, llevar a cabo saqueos...
El Papa Francisco ha denunciado la barbarie de las tropas rusas y la participación de mercenarios con ellas. “Lo que estamos viendo es la brutalidad y la ferocidad con la que esta guerra es llevada a cabo por las tropas, generalmente mercenarias. Los rusos prefieren enviar mercenarios chechenos y sirios”, declaró en una entrevista.
El criminal de guerra Putin pisotea sistemáticamente todas las reglas tanto de la guerra como humanitarias, lo que viene registrándose desde que inició la “operación especial” en Ucrania que creyó iba a durar dos semanas, pero que ha ya entrado en el tercer mes sufriendo enormes bajas de su ejército (se calcula que son quince mil los muertos, a lo que debe sumarse en alto numero de heridos y lisiados y la muerte de cerca de diez generales más un número no determinado de oficiales, desde tenientes hasta coroneles).
Los antecedentes del criminal Putin explican su carácter, su desprecio por la vida ajena.
Putin inició en Alemania Oriental su carrera como espía de la KGB , que lo formó como simulador, traidor, que hace de la mentira, de los golpes por la espalda sus “herramientas de trabajo”. El espionaje lleva a traicionar, a envenenar, a sabotear, a destruir lo que consideran contrario a los intereses que defienden. Eso explica el motivo por el cual se dice que envenenó con polonio a tres disidentes rusos que habían tomado refugio en Inglaterra y que frente al mundo se fueron desintegrando. También se dice que en 2020 hizo envenenar al opositor Alexei Navalny, que habría muerto de no haber sido por la intervención directa de la entonces canciller Angela Merkel. Navalny está confinado en una cárcel de máxima seguridad, tanto para destruir su salud como para “sentar ejemplo” a quienes se atrevan a oponer a Putin.
Pedro el Grande fue la antítesis de lo que es la Rusia de Putin
Con frecuencia el enardecido y desquiciado criminal hace referencias a Pedro el Grande, que reinó 42 años como zar, de 1682 hasta morir en 1725 por problemas de vejiga.
Hay esenciales diferencias entre el criminal Putin y Pedro, entre ellas las siguientes:
El zar Pedro, a causa de un desorden genético, era de casi dos metros de altura, pero ni su cabeza ni sus miembros correspondían a su cuerpo, pues su cabeza, sus brazos y sus piernas eran de tamaño normal, lo que le daba una apariencia muy peculiar.
Pedro, a diferencia del criminal Putin, era amigo de Occidente y emprendió reformas para modernizar a Rusia, obligando a la población a dejar de lado sus vestimentas tradicionales y adoptar la moda europea de entonces, a lo que se suma su interés y esfuerzos para incorporar Rusia a Europa en lo político y cultural.
El zar Pedro se propuso modernizar la flota rusa, por lo que hizo amistad con un constructor de barcos holandés, paso unos años “aprendiendo los misterios de oficio”, trabajando con sus manos, para luego llevárselo a Rusia y tenerlo a su lado como amigo y consejero.
Uno de los incidentes más peculiares de su reinado fue que obligó a un sector de la población que se dejaba crecer largas barbas a afeitarlas...
La barbarie rusa se demostró en el espantoso crimen del bosque de Katyin: los rusos congregaron a todos los oficiales polacos y los masacraron....
Tal es lo que el criminal Putin debe de querer hacer con los miembros del ejército de Ucrania...