Para enviar señales de hermandad y protección a la “revolución cubana”, la del hambre, Rusia acaba de enviar una flota de barcos y un submarino nuclear, siguiendo el patrón de Venezuela y, en medida más limitada, Nicaragua.
Se trata de cuatro naves de guerra de la Flota del Norte más el submarino nuclear que llegaron este miércoles al puerto de La Habana, en Cuba, donde permanecerá cuatro días.
Estados Unidos dice que no le sorprende, pero tampoco subestima el gesto y permanece vigilante. Y no deja de tener razón. Paralelamente el canciller cubano Bruno Rodríguez y el ruso Serguéi Lavrov se reunieron en Moscú, donde el primero le expresó a su colega “el rechazo” del régimen castrista “a la expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hacia la frontera rusa”, que, según ellos, “condujo al actual conflicto en Europa, y en especial entre Moscú y Kiev”.
¡Tan tontos creen a los mortales! Todo el mundo sabe que el actual derramamiento de sangre en Europa se debe a la agresión de Rusia contra Ucrania por las ambiciones del sociópata Putin de reconstruir el despanchurrado imperio soviético con él a la cabeza, del cual la Cuba castrista era un vasallo incondicional.
A pesar de lo anterior, el régimen bukeliano ya anunció una posible visita presidencial a Moscú “en los venideros tiempos” para reunirse con el criminal de guerra y asesino serial Putin, que está fraguando un par de alianzas en África con otras dictaduras, con regímenes que hacen “desaparecer gente”, torturan y perpetran las peores violaciones a los derechos humanos imaginables.
Es el “eje del mal”, del horror, lo que esto representa, una unión de los más repulsivos especímenes en nuestro planeta y que incluye las bandas de Boko Haram que secuestran a escolares en África, las violan, tienen hijos con ellas… no cuesta imaginar lo que los padres y las comunidades sufren, tragedias que se llevan el resto de la vida.
Putin —y hacemos de lado los calificativos, ya que a lo mejor se aparece aquí en El Salvador, donde según los acuerdos de los que es signatario nuestro país, habría que capturarlo y, amarradito, entregarlo a la Corte Penal Internacional, sobre cuyos miembros el monstruo ha puesto precio—, más que seguro no vendrá. De allí lo más probable es la visita presidencial a Moscú.
La democracia en el mundo está en peligro
Como decían y se sigue diciendo, Putin es como el “petate del muerto”; con solo mencionarlo las sencillas gentes quedan asustadisísisimas. Preguntamos a nuestras audiencias: ¿alguien ha visto el tal petate?
Obviamente Putin es una especie de reencarnación que puede proteger a las bandas de delincuentes de Cuba, Nicaragua y la narcodictadura venezolana a que continúen traficando en droga y haciendo que sus súbditos con frecuencia tengan que buscar comida en los basureros.
No es casual que Donald Trump, declarado “delincuente” por una Corte en Nueva York que lo juzgó “por treinta y cuatro delitos”, en más de una ocasión dijo que Putin “era un genio”.
Tanto los rusos como los cubanos han asegurado que la “visita” de la flota rusa es “por las relaciones de amistad” entre los dos regímenes, pero hay que recordar lo que advirtieron Biden y otros líderes al recordar la lucha contra el totalitarismo nazista: la democracia en el mundo está bajo ataque, lo que es equivalente a que la libertad y el Orden de Derecho, la racionalidad, sufra embestidas.