Los diputados rusos votaron este martes a favor de un proyecto de ley que permite el envío electrónico de las órdenes de movilización, para facilitar el alistamiento de más jóvenes como carne de cañón en el ejército en su agresión contra Ucrania.
Radio Francia Internacional informa que hasta ahora las órdenes de movilización debían entregarse a los movilizados en persona, pero una gran mayoría había optado por ignorarlas, desplazarse o huir del país. Ahora se les considerará “rebeldes”.
Esto sucede mientras en la ciudad ucraniana de Bajmut se libran encarnizados combates entre las fuerzas defensoras y los sangrientos mercenarios Wagner, cuyo cabecilla, Yevgueni Prigozhin, ha proclamado que “tienen el 80 por ciento” de esa urbe, aunque es lo mismo que anticipaba Putin hace un año al iniciar la invasión.
Un experto militar ucraniano ha asegurado a la agencia EFE que las tropas ucranianas que defienden la ciudad de Bajmut han logrado alejar a las fuerzas rusas de la carretera que el ejército de Ucrania necesita para seguir recibiendo refuerzos y suministros, lo cual complica a los invasores.
La fuente también ha asegurado que Rusia sigue desplegando unidades adicionales en Bajmut para hacer frente al gran número de bajas que está sufriendo en su intento de hacerse con el control total de esta ciudad del este de Ucrania, en la que antes de comenzara la guerra residían unas 70,000 personas.
La salvaje agresión del criminal de guerra y envenenador serial Putin está marcada con su decisión de enviar a la muerte, como carne de cañón, a decenas de miles de sus connacionales.
A precio de sangre de decenas de miles de jóvenes, el desquiciado mental pretendió reconstruir el despanchurrado “bloque socialista de naciones”, incorporar a una “Gran Rusia” países hoy en día libres como son los Estados bálticos (Estonia, Lituania y Latvia ), Georgia, las repúblicas del Asia Central que por nada del mundo volverían a la servidumbre.
Los despotismos se sostienen en soldadescas brutales y sumisas y en cárceles donde se tortura y se mata, además de recluir a personas que se convierten en prisioneros políticos, como el ruso Navalny. (Perdón: nadie debe referirse a “soldadescas” sino a un cuerpo de “jueces callejeros”, como los llama su jefe ).
El escritor ruso Alexander Solzhenitsyn ganó el Premio Nobel de Literatura con “Un día en la Vida de Iván Denisovich”, que describe el horror de las prisiones estalinianas, un espanto que se repite en las ergástulas de Cuba, de Ortega en Nicaragua, de Maduro, de lo que pasa en China, país donde uno de los emprendedores más exitosos, el multimillonario Bao Fan, ha desaparecido, como se “desvanecen” todos los que tienen el atrevimiento de “tocar con el pétalo de una rosa” a Xi Jingping, que mantiene la amenaza constante de una invasión “a lo Putin” a la democracia taiwanesa con la carne de cañón de centenares de miles de jóvenes chinos…
A Putin no le importa destruir a Ucrania ni al mundo entero si pudiera
Bajo Stalin, el monstruo que provocó una hambruna en Ucrania, desastre humanitario que explica el profundo odio y desconfianza de ese pueblo contra los rusos, ya que se estima que siete millones de personas murieron de hambre, sobre todo en Ucrania (padres y abuelos de una población nuevamente agredida).
A los horrores de esa época se suma hoy en día la implacable destrucción de la infraestructura de Ucrania, donde son atacados con misiles objetivos militares pero también escuelas, hospitales, parques, estaciones ferroviarias…