El secuestro de niños ucranianos por orden del criminal de guerra y psicópata Vladimir Putin ha sido expresamente condenado por la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von del Leyen. De esta atrocidad también se acusa a María Lvova-Belova, miembro del círculo cercano al envenenador.
Los niños han sido arrebatados en las incursiones de soldados rusos en Ucrania. Muchos de ellos se encontraban en orfanatos mientras otros deambulaban por las destruidas ciudades al ser separados de sus padres.
Lo procedente habría sido dejar en manos de funcionarios internacionales ocuparse de los niños, pero al llevarlos a Rusia se convierten en rehenes.
El enloquecido criminal sabe que literalmente se encuentra contra la pared, a lo que se suma el hecho de que al no haberse declarado formalmente la guerra a Ucrania, cada soldado ruso queda en condición de mercenario y, por tanto, de criminal, una categoría que no protegen los acuerdos internacionales sobre la guerra, que reconocen derechos a los beligerantes de ambas partes, el trato que deben recibir de ser capturados, etcétera.
Los excesos y el grave desquiciamiento del orden internacional generado por “la operación especial Z” —que Putin creyó iba a durar dos semanas— ha llevado al dictador turco Erdogan a exigir que la guerra finalice de inmediato, que cesen las hostilidades que tanta muerte y destrucción han generado, además de amenazar con una hambruna a muchas naciones de África y del Medio Oriente al volver inciertos los envíos de granos al sur, tanto de parte de Ucrania como de Rusia.
El desquiciado plan de Putin le ha costado la vida a centenares de miles de rusos y de soldados ucranianos, arrasado con ciudades y afectado a tantas familias al perder a esposos, hijos, parejas, en la conflagración.
El “Pacto de Varsovia” estaliniano es letra muerta en la actualidad
Ucrania ha destruido más de un millar de tanques, camiones blindados y vehículos rusos, además de hundir el “orgullo de la marina rusa”, el buque acorazado dotado de lanzamisiles, así como destruyó otro buque de guerra frente a la costa de Odessa y dañó varios navíos, acabando con el mito de la “invencibilidad” de la marina de guerra rusa en el mar Negro.
Un mensaje similar debe de haber transmitido el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, en su visita en China a Xi Jinping, el miembro de la cofradía de potenciales genocidas al continuar con sus amenazas a Taiwan, que históricamente nunca ha sido parte de China, ni aun cuando naciones como Birmania y Tailandia eran “protectorados de China”.
Erdogan, Pedro Sánchez y la Unión Europea llaman a que cese la agresión enloquecida de Putin, como igualmente pide toda persona racional respecto a las dictaduras de Ortega en Nicaragua, Maduro en Venezuela, Díaz-Canel en Cuba…
No hay sentido en continuar con una carnicería y destrucción de horror generada por el enloquecido plan de reconstruir la “zona de influencia” del estalinismo en Europa, pues prácticamente cada una de las naciones sometidas entonces van a defender su soberanía con el mismo vigor y patriotismo como los ucranianos han respondido a la no provocada agresión.
Al respecto, Erdogan ya aprobó que Finlandia, que tiene una larga frontera con Rusia, aplique para ser miembro de la OTAN, como miembros son desde Bulgaria hasta Rumania…