Las lluvias incesantes han causado más de una docena de muertos y estragos en el territorio nacional, por lo que las clases en escuelas y colegios se han suspendido hasta previo aviso, además de que enfrentamos, hasta donde se puede predecir, un copioso invierno por el fenómeno de La Niña. Nuestros pensamientos y plegarias se elevan por las familias de las víctimas y damnificados por los derrumbes.
En las zonas aledañas al Río Grande, en San Miguel, la población está tomando medidas para protegerse de desbordes e inundaciones, que ya comenzaron a producirse.
Gracias al buen Dios por el agua que nos envía en cada invierno, pero que, por inepcia de las autoridades encargadas, corre al mar arrastrando tierra fértil, agua que debía embalsarse formando diques en sus cauces naturales.
Como señala la columnista Teresa Guevara de López, la norma en estos tiempos de ocurrencias tras ocurrencias es nombrar en puestos públicos a gente no idónea para el cargo, los “escogidos a dedo” que llegan sin estar calificados para desempeñar con alguna medida de acierto sus funciones, como es el caso, ejemplo que ella pone, de los nombrados en Agricultura, cinco en el tiempo que lleva el régimen, que no solo no han resuelto nada sino que, de acuerdo con la organización CAMPO, lo que deciden ha perjudicado a los agricultores y, por consecuencia, al país vía precios más altos de granos y vegetales.
Otro ejemplo que cita es la presidencia del Banco Central, que exige condiciones que el nombrado simplemente no llena, con los perjuicios que ello acarrea a todo el sistema financiero.
Volvamos al agua…
Alrededor de 20 millones de personas están bajo alerta por el calor intenso sin precedentes en la costa oeste de los Estados Unidos, el cual ha atizado incendios forestales.
Lo que aquí en nuestro suelo abunda es lo que tanta falta hace en muchísimas regiones del mundo, siendo una de ellas los estados y ciudades que se abastecen del raquítico caudal del río Colorado, entre ellas Phoenix, Arizona, así llamada por asemejar al Ave Fénix que revive de sus cenizas, una urbe donde cada litro de agua cuenta y que además sufre la mayor parte del año de muchísimo calor que en ocasiones supera los cuarenta y dos grados.
Poca agua y mucho calor, lo que ha forzado a la ciudad a tener espacios “frescos” donde las personas pueden descansar un corto tiempo y reponerse.
En Phoenix, se informa, es prácticamente prohibido o altamente regulado abrir pozos, para no dañar el manto acuífero, que se considera la “reserva última” de la zona…
En abierta contradicción a lo que sucede, Phoenix está promoviendo el establecimiento de desarrollos industriales, entre ellos un fabricante taiwanés de chips que daría empleo a muchas personas y familias que naturalmente van a consumir mucha agua, lo que ha abierto el debate de cómo es que tal cantidad puede suministrarse, ya que poner una planta en el mar, quitarle la sal y transportarla por tuberías a Phoenix tiene un altísimo costo.
En la mayor parte del mundo se sufre por calor y falta de agua
Lo que aquí abunda en muchos otros lugares del mundo además de Phoenix, se desea con ansiedad, pues los egipcios están en plan de formar un lago artificial con agua desalinizada, como hay otro proyecto de arrastrar de uno de los polos un iceberg y derretirlo, ya que los témpanos, al igual que el agua lluvia, son agua pura.
En esto del agua, mejor que abunde a que falte, aunque hay momentos en que se pasa de abundancia a mortales inundaciones, como las que han causado horribles tragedias.