El régimen comunista chino busca limitar la inteligencia artificial (IA) para que no se convierta en una herramienta de “subversión contra el poder del Estado”, indica un documento oficial difundido por Radio Francia Internacional (RFI).
La fuente dice que las empresas chinas trabajan para desarrollar sus propios robots de IA para contrarrestar el auge de ChatGPT, que ha llamado la atención del mundo por su capacidad de responder preguntas elaboradas a partir de datos disponibles en Internet.
Según el régimen chino, los contenidos generados por la inteligencia artificial deben “reflejar los valores socialistas fundamentales y no incluir contenido relacionados con la subversión del poder del Estado”.
En este punto, Mikel Rufián, consultor en ciberseguridad, advierte que “la inteligencia artificial se puede aplicar para censurar más a la gente o a censurar más el contexto de la información del propio país”.
Como ya hemos dicho, la Inteligencia Artificial que se está desarrollando en estos momentos ha suscitado alarma en círculos científicos e intelectuales, entre ellos a Elon Musk, el hombre más rico del mundo y un extraordinario innovador en diversos campos.
Pero es evidente que también las dictaduras están en alerta por estos avances, para bien o para mal, pues muchos piensan que las máquinas, artefactos, robots no controlados pueden —al igual que en el cuento de “El aprendiz de brujo” o como la computadora de Odisea Espacial 2001— salirse de control y transformarse en una amenaza, por incluso tener la capacidad de crear otros robots “por iniciativa propia”.
En este caso, los chinos quieren asegurarse de que la inteligencia artificial “no se le salga del huacal”, pues aspiran a convertirse en líderes mundiales de esa tecnología en 2030, con robots conversacionales que funcionen bien pero totalmente sometidos a la ideología comunista.
Los robots más peligrosos son los humanos que venden sus conciencias
Ya se cuenta con robots que entregan mercancías usando pequeños drones; otros que atienden a personas mayores que viven solas, entre cuyas tareas tocan música y revisando si puertas y electrodomésticos están conectados o no. En algunos hospitales se ensayan robots que entregan y dispensan medicinas, toman la temperatura del paciente, llaman a enfermeras, aunque eso no ocurre cuando muchos enfermos tienen que dormir en el suelo o compartir cama con otra persona.
Un ejemplo de pre-inteligencia artificial es la supercomputadora de IBM que juega ajedrez y que ha logrado vencer a campeones mundiales analizando las consecuencias que mover o no mover una sola pieza en el tablero (un número casi infinito, por así decirlo) puede tener, algo que los grandes maestros hacen con sus privilegiadas capacidades.
Pero hay robots de robots, por así decirlo. Unos son los diputados de la Duma de Rusia que aprueban lo que el criminal de guerra y envenenador Putin les ordena, otros la bancada cian en nuestro suelo, que oprimen el botón con frecuencia sin leer ni entender el asunto.
Por eso siempre serán más peligrosos para los déspotas los pueblos con educación y la capacidad de pensar por sí mismos, oponerse a las injusticias y la maldad y sacudirse las ideologías que sólo han traído muerte y destrucción.