El 23 de mayo expira el Título 42 que la administración Trump estableció en marzo de 2020 alegando que los migrantes que llegaban a la frontera debían ser expulsados como medida contra la propagación del covid-19. Desde esa fecha, los que entren no serán devueltos a México, sino que podrán pedir asilo en suelo estadounidense.
Siendo así, es inminente que aumente el flujo de inmigrantes transitando por la frontera sur con México, pero también es seguro que se tomen nuevas medidas o se establezcan nuevas reglas contra la inmigración ilegal.
La gran nación, Estados Unidos de América, se forjó por inmigrantes, las masas que llegaban de Irlanda, Alemania, Italia, de toda Europa, al igual que chinos y asiáticos que fueron contratados para construir los ferrocarriles, ciudades...
Innumerables centro y sudamericanos se asentaron en California y otros estados, como sucedió con los que huyeron de la guerra de los años 80 en nuestro país, que convirtieron a Los Ángeles en la segunda ciudad más poblada por salvadoreños del mundo, mucho más que Santa Ana y San Miguel.
En San Francisco vivió en su juventud nuestro fundador, Napoleón Viera Altamirano, donde estudió ingeniería un par de años y trabajo en la Southern Pacific, lo que le dio la visión sobre el vital papel de los emprendedores en generar prosperidad.
Un pequeño banquero italiano, Amadeo Giannini, empezó a dar créditos para construcción después del devastador terremoto de San Francisco, lo que llevó a crear el mayor banco de Estados Unidos, el Banco de América.
Y fue otro italiano, Antonio Meucci, quien inventó el teléfono, idea que robó Graham Bell para iniciar la gran industria de la actualidad.
En Nueva York hay una “Little Italy”, como barrios donde se concentran irlandeses, alemanes, al igual que comunidades hispanas, polacas, orientales dispersas a lo largo y ancho de la nación.
Los indios americanos, los tipificados como “pieles rojas” en las sagas de Hollywood del Oeste, se están asentando nuevamente en sus tierras ancestrales de Wyoming, Idaho...
Pero un ciego nacionalismo, ejemplificado por el expresidente Trump, considera la inmigración como un grave mal y a los inmigrantes, que en su gran mayoría buscan nuevos horizontes y sostenerse con su esfuerzo, como seres a quienes hay que apresar y deportar, pese a que él desciende de una familia de inmigrantes y su esposa Melania también lo es.
“Cada niño que nace trae su propio pan bajo el brazo”
La ciega mentalidad que mueve a los estamentos oficiales sobre los inmigrantes se exhibe en la película Blue Bayou, una historia basada en hechos trágicos y reales que mutatis mutandis han sufrido muchos salvadoreños que formaron familia allá, que tiene compañera e hijos estadounidenses pero que son forzados a dejar a esos seres queridos y deportados, lo que constituye una cruel separación de familias.
Blue Bayou es la historia de un niño coreano que fue adoptado a los seis años por una familia estadounidense, que desafortunadamente no tomó el cuidado de poner en orden el status migratorio del pequeño infante.
Años más tarde, cuando el niño de entonces es un adulto y tiene esposa y familia estadounidense, la policía lo persigue, lo escarnece como delincuente, lo encarcela y maltrata y temían por devolverlo a Corea, un país totalmente extraño para él con el lógico agravante de que no habla el idioma, desconoce las costumbres, está totalmente desarraigado en esa sociedad.
El filme, cuyo actor Justin Chon fue nominado a un Oscar, repite la tragedia de tantos, que después de ganarse la vida honestamente, encajar en sus comunidades como personas honestas y laboriosas, son enviados de vuelta a países donde no tienen raíces y en los cuales con frecuencia son extorsionados, agredidos y hasta muertos...
El poema de Enma Lazarus se ignora, su acogida al perseguido, a los que buscan nueva vida, se rechaza...