El sindicato de la industria automotriz estadounidense, United Auto Workers (UAW), ha decretado una huelga exigiendo mayores salarios, “seguridad en el trabajo” y otras prestaciones en un paquete de demandas que se dice que es mayor que las ganancias de las compañías, con lo cual, de aceptarse tales exigencias, equivaldría a “matar la gallina de los huevos de oro” como en el cuento infantil de los hermanos Grimm.
Pero, ¿quiénes son los que pagan esas exorbitantes demandas? No son los fabricantes, sino los consumidores, las personas y entes que compran vehículos, entre ellos los mismos trabajadores.
Una de las exigencias es “seguridad laboral”, implicando que las fábricas no pueden poner de patitas en la calle a los indolentes, a los que duermen durante las jornadas, a los que toman más tiempo de lo normal durante la pausa del café o almuerzo.
Nadie, empero, tiene tal “seguridad” en este incierto mundo, donde nadie está seguro de lo que pueda de un día a otro suceder, como se vio hace un par de días en Filadelfia cuando una muchedumbre de indeseables se volcó a saquear comercios, enfrentándose casi de inmediato con fuerzas policiales, lo que generó un colosal desmadre callejero.
Los que se han declarado en huelga tampoco toman en cuenta otro muy importante hecho: que además de Estados Unidos muchos otros países están fabricando automóviles, entre ellos los vietnamitas y los chinos, además de los tradicionales europeos con las marcas Citroen, Mercedes y Volkswagen.
Si a causa de las descabelladas exigencias de la UAW los vehículos estadounidenses son más costosos y con tecnología que no es “de punta”, el consumidor va a decantarse por otras opciones, como algunos conocidos nuestros que residen en Centroamérica que han comprado automóviles chinos que son muy buenos para su precio aunque la “guía del consumidor” sea una casi grotesca traducción del chino al español.
La lección es obvia: si el tendero de la esquina eleva injustificadamente los precios, cambiamos de negocio…
Consejo para huelguistas y endiosados: vean más allá de sus narices
La UAW en su momento quebró a Detroit, pasándola de ser “la ciudad” donde se manufacturaban vehículos a ser una urbe medio destartalada. Hay videos en los que se compara lo que era Detroit muy poco después de la guerra y la destruida (por el no bien de su cabeza Harry Truman ) Hiroshima, en la actualidad una pujante urbe que produce algunos de los mejores automóviles del mundo…
Pero los tontitos de la cabeza ni aprenden ni son capaces de ver más allá de sus narices respecto a lo que el futuro puede depararles. Los piquetes de huelga han sido de inmediato respaldados tanto por el presidente Biden como por Trump, actitudes puramente populistas para demostrar que ellos “están del lado de los trabajadores” cualesquiera que sean las consecuencias de tales atolondradas posturas.
Una respuesta de los fabricantes es el uso de más y más robots para manejar las líneas de montaje, robots capaces de autofabricarse a sí mismos con asistencia de la Inteligencia Artificial, un monstruito agazapado con la capacidad de autofabricarse, como “Al” en la película 2001 del genial cineasta Stanley Kubric, el cerebro de la computadora de la nave que pretendió hacerse cargo de la misión a Júpiter…
Nuestro consejo a huelguistas y autoendiosados personajes: vean más allá de sus narices…