Voltaire, el gran pensador francés del Iluminismo, dedicó su vida a combatir dogmas y fanatismos, principalmente los que alimentaba la Iglesia de su tiempo, señalando cómo en España un “acto de fe” consistía en quemar viva a una persona acusada de herejía.
La revista de modas Vogue, que sorprende en ocasiones a sus lectores con portadas que en nada se relacionan con tendencias de la moda femenina, colocó en su última portada una foto de Margot Friedländer, de 102 años de edad, sobreviviente del Holocausto perpetrado por los nazis y que perdió a toda su familia en los campos de exterminio.
Margot tenía apenas 12 años cuando Hitler llegó al poder y de pequeña fue refugiada por una familia alemana hasta que los nazis la encontraron y fue enviada en abril de 1944 a Theresienstadt, uno de los varios campos de concentración que hubo en Alemania y Polonia, donde por un milagro pudo sobrevivir hasta que tropas aliadas y rusas dieron el golpe final al “tercer imperio”.
A partir de entonces la señora, cuyo esposo murió hace una veintena de años, ha dedicado su vida a resaltar que todos debemos poner siempre nuestro énfasis en “lo que nos une como seres humanos, no lo que nos separa”.
Fue después de muchos años de vivir en Estados Unidos que decidió volver a su tierra natal, Alemania, donde se dedica a hablar ante distintos grupos para señalar los graves riesgos que las prédicas de odio, al igual que toda clase de fanatismos, acarrean a una nación, indistintamente del objeto o tema que sea, se trate de Trump o los movimientos neonazis que han surgido en Alemania en los últimos tiempos.
La influencia de esas bárbaras corrientes, tanto el nazismo como el comunismo y los populismos demagógicos, arrastra a muchos jóvenes del presente que ignoran la historia o pretenden emular a las bestias racistas.
En Francia, los tribunales procesaron el martes a dos adolescentes de 13 años por violar en grupo y amenazar de muerte a una muchachita judía de 12 años, cerca de París.
La agresión sacudió a la comunidad judía, en un contexto de preocupación por el aumento de los actos antisemitas en Francia desde el sangriento ataque del movimiento terrorista Hamás el 7 de octubre en Israel, que dejó más 1,500 víctimas y dos centenares de secuestrados por el grupo.
El gran rabino de Francia, Haïm Korsia, se dijo en la red social X “horrorizado” por este “acto despreciable” y denunció “una avalancha de antisemitismo sin precedentes”.
En la misma línea, el presidente francés, Emmanuel Macron, pidió que las escuelas organicen “un tiempo de discusión” sobre la lucha contra el racismo y el antisemitismo.
Los actos antisemitas se dispararon en Francia, que acoge la mayor comunidad judía de Europa, en el primer trimestre de 2024 hasta los 366, una progresión del 300% respecto al mismo período de 2023, según cifras oficiales.
Nunca hagamos de lado lo racional para no ser víctimas de estafadores
Los fanatismos y el racismo son lo opuesto de la racionalidad, de lo que es sensato, de lo que nos dicta el sentido común, partiendo además de la regla de oro de la moral: no hagas a otro lo que no deseas que te hagan a ti, como a la inversa: cuando puedas, corre en auxilio de toda persona que necesita ayuda, lo que Jesús resumió en la parábola del Buen Samaritano.
La regla tiene un corolario: hay que ser indulgentes con aquellos que caen en las garras de charlatanes, lo que hoy en día es el caso de “predicadores” que se valen de la buena fe de personas sencillas y les exigen un “diezmo”, la décima parte de lo que ingresan, aun de los bonos navideños que reciben.
Nunca ha sido fácil mantenerse cuerdo aunque se profese una fe, como debe de haber sido el caso cuando la idea de las “cruzadas” para rescatar la tumba de Jesucristo enloqueció pueblos enteros y dio lugar a horribles derramamientos de sangre, más en la primera cruzada de un cura demente que con niños pretendió llegar hasta Jerusalén, niños que o perecieron en el camino o fueron vendidos como esclavos.
En esto vale lo que aconsejó Nancy Reagan, en su momento primera dama de EEUU: hay que saber decir NO, rechazar al menos en lo interno de nuestros pensamientos, los halagos de quienes venden las botijas al pie del arcoíris para embolsarse el fruto del trabajo de un pueblo entero…