Reyes, déspotas, dictadores a lo largo de la historia han asumido el papel de tiranos prácticamente intolerantes a la disidencia, desde personajes como Ciro el Grande, Asurbanipal y Nerón, un desquiciado mental que llegó a asesinar a su propia madre, hasta figuras como Luis XIV, Rey de Francia que concentró en su palacio de Versalles a toda la nobleza del reino para mejor controlarlos.
A Luis XIV se le atribuye la frase “el Estado soy yo”, pues en él se unían todas las prerrogativas, el derecho de pasar sobre cualquier autoridad para imponer su voluntad.
Durante su reinado, Luis XIV asignaba a cada noble de Francia pequeñas prerrogativas: uno era el encargado de llevar su capa, otro de portar su espada, otro de asistirlo al levantarse, otro estar a su lado cuando comía…
Otros monarcas en esos siglos tenían igual poder sobre sus súbditos; Enrique VIII de Inglaterra, que se separó de la Iglesia Católica para poder divorciarse de una de sus tantas esposas y mandó a decapitar a la bella Ana Bolena, madre de su única hija Elizabeth I, era tan gordo y sucio que su mal olor se detectaba en tres o cuatro salones cercanos al lugar donde estuviera, en una época cuando la gente prácticamente nunca se bañaba, sea por prohibición de los tatas curas de esos tiempos que consideraban el baño como fuente de tentaciones pecaminosas además de creer que el agua podía penetrar la piel.
Los romanos eran relativamente limpios, como comprueban las ruinas de los baños tanto en Roma como en las provincias, al igual que muchos de los pueblos aborígenes de la América precolombina y los japoneses…
El absolutismo del presente asume formas que en parte se diferencian de las previas, pues nadie imagina, pese a su desquiciamiento mental, que a Daniel Ortega lo visten o que a Lula da Silva, jefe de desgobierno en Brasil y expresidiario condenado por corrupción, le asistan para ponerse la pijama antes de ir a dormir.
“Con la vara que midas serás medido y una cuarta más…”
Dado el boato, los guardaespaldas, la intolerancia hacia pequeños desafíos a su autoritarismo, de muchos de los dictadores y dictadorzuelos del momento se puede decir casi lo mismo, aunque Luis XIV nunca ordenara envenenar a quienes le oponen y critican como ordena el criminal de guerra y desquiciado mental Vladimir Putin, que se dice que inclusive hizo asesinar con polonio a tres disidentes rusos refugiados en Inglaterra que ante los asombrados ojos del mundo literalmente se fueron desintegrando.
El polonio fue un elemento descubierto por Marie Curie, oriunda de Polonia —y que por lo mismo nombró el elemento con el nombre de su patria— y cuyos restos están en un ataúd de plomo de gran grosor pues acercarse a ellos fulminaría a cualquier persona. Todo su laboratorio está igualmente cercado.
La inmensa arrogancia de dictadores y dictadorzuelos del presente, que concentran en sus manos el poder de decidir sobre vida y bienes ajenos, da sentido a la frase atribuida a Luis XIV: “El Estado soy yo”, pues ellos son legisladores, jueces supremos y verdugos al mismo tiempo.
Que levante la mano el ratón que va a poner el cascabel al gato… pero no debe olvidarse lo que dice el Evangelio de San Mateo: “Con la vara que mides, serás medido”, y con una cuarta más…