Unos ciento cincuenta sujetos se manifestaron en Roma con el saludo fascista, levantando el brazo derecho, un gesto que comparten con los comunistas y los nazis, al igual que otros grupos de personas que no tienen claros ni sus principios ni encajan con la democracia.
Como era de esperarse, la primera ministra Meloni no quiso darse por enterada de lo sucedido pues eso habría levantado una pequeña polvareda, siempre innecesaria en una democracia.
Fascistas siguen habiendo en Italia, a lo que se suman obras realizadas desde esta época y el famoso balcón en la Plaza Venecia de Roma, donde Mussolini pronunciaba sus peroratas “al popolo de Italia”, nombre del periódico del partido fundado por él.
Los fascistas tuvieron un gran compositor a su lado, Pietro Mascagni, creador de varias sinfonías y una muy hermosa ópera, Caballería Rusticana, generalmente puesta en escena al lado de “I Pagliaci” de Leoncavallo.
Como un detalle curioso, el hijo de Mussolini fue un connotado pianista mientras su nieta, hasta donde sabemos, pretende liderar una versión modernizada del fascismo, proyecto que no logra tomar vuelo si es que aún sigue en pie.
Todo esto y como lo señala nuestro columnista Manuel Hinds, encaja con el hecho de que “las masas” con facilidad se decantan por líderes autócratas, pues les evita tener que labrar sus propios caminos: será el “hombre fuerte” quien les evitara tener que luchar por sus anhelos, esto hasta que “el hombre fuerte” no se transforme en un monstruo que todo lo devora en su beneficio, como está sucediendo en Nicaragua y es el caso de Cuba desde que los castristas tomaron el poder.
En una mayoría de casos la democracia tiene la capacidad, como sucede en Italia y pese a sus desquiciados sindicatos, de absorber y neutralizar a grupos de desquiciados, como ha sucedido con los “chalecos amarillos” en Francia que, hasta donde sabemos, han desaparecido, pues el común de la gente rechaza a quienes revuelven cosas, lo que, por desgracia, no está sucediendo en Estados Unidos con las ambiciones desorbitadas de Trump, un individuo que asemeja al “reverendo” Jim Jones, que montó un “suicidio colectivo” en Guayana en 1978, o el demente David Koresh, que provocó lo mismo en Waco, Texas, en 1993.
Como se dice, esta suerte de demagogos se inventan un “enemigo del pueblo” y se presentan como el héroe que va a combatirlo: para Trump ese enemigo, que “está chupando la sangre de la nación” son los inmigrantes…
Las dictaduras suelen asentarse sobre lodazales, no rocas
Con excepción de Orban, de Hungría, y Lukashenko, de Bielorrusia, todos los países europeos como muchos del Asia son democracias, donde el voto de los ciudadanos determina quiénes estarán al frente de la nación, a lo que se agrega la influencia que grupos organizados, como los productores a través de organizaciones gremiales ejercen en la dirección del país. Mientras exista una medida de libertad de expresión y las manifestaciones públicas y los pronunciamientos son parte de ello, el “poder absoluto” no tiene cabida.
Pero sentarse en el sofá como espectador pasivo comiendo chucherías y bebiendo tiene muy graves costos tanto para una familia y sus niños como para las comunidades de los países; hasta las dictaduras tienen pies de barro, no son fortalezas edificadas sobre rocas sino castillos asentados en lodazales…