El expresidente Barack Obama señaló que en los últimos años se han dado condiciones que han creado "vientos en contra para los gobernantes demócratas de todo el mundo" y advirtió que los resultados de las elecciones presidenciales demostraron que "Estados Unidos no es inmune a ellos".
Esto ha sido más patente de 15 años para acá, cuando cobraron fuerza regímenes patrocinados el chavismo por medio del ALBA o populismos totalitarizantes o incluso más atrás con el terrorismo islámico integrista, que pretende acabar con la civilización cristiana occidental.
En ese periodo se consolida la dictadura de Putin, que ahora amenaza con una guerra nuclear; los comunistas chinos desplazan a los gobernantes reformadores; los ayatolas iraníes fortalecen movimientos terroristas contra Israel y Latinoamérica las izquierdas afines al chavismo saquean erarios, fomentan la corrupción y la intolerancia, como ocurrió en El Salvador.
Lo más triste es que muchos pueblos han caído dócilmente en las redes con fantasías y ficción propagandística y parecen no tener reversa, aunque sean los que paguen las consecuencias.
Putin ya modificó las reglas para el uso de armas nucleares de Rusia porque no le importa llevar al mundo a una gran guerra, como no le ha importado mandar a la muerte a millones de soldados rusos y ahora norcoreanos.
Este sicópata puede alegar que esto es en respuesta al uso de misiles de largo alcance por parte de Ucrania, pero nada dice que ha estado destruyendo impunemente un país vecino durante mil días que se cumplieron ayer. No le importan las vidas que se pierden, pero sí le preocupa que los misiles le vuelen la cabeza y se acabe su reinado de terror.
Como dice Obama, ni el mismo Estados Unidos se escapa a la ola antidemocrática en el mundo, al inclinarse por personajes que mienten compulsivamente, exponen abiertamente su supremacismo y no quieren someterse a la ley, como sucede también este suelo. Para muchos, al decir esto aludió a Donald Trump.
Ni Estados Unidos se escapa a la ola antidemocrática
En esto se recuerda que Trump preguntó en su primera presidencia que si estaba obligado a obedecer al mandato de juez que le conminaba a suspender una orden ejecutiva, a lo cual sus colaboradores le respondieron: "Por supuesto". Aquí impresiona tanto la respuesta como la pregunta, pues le respondieron con toda claridad y sin miedo --siendo un personaje impredecible e iracundo-- a una pregunta que un gobernante democrático nunca hubiera hecho.
Afortunadamente Estados Unidos es un país de leyes y Estado de Derecho consolidado por más de 200 años y la ley y los tribunales siguen estando arriba de cualquier mandatario o funcionario despistado o inescrupuloso. Ojalá Trump y sus colaboradores ya lo hayan entendido.
Como dice Obama, los problemas "tienen solución, pero solo si nos escuchamos unos a otros y respetamos los principios constitucionales y las normas democráticas que han hecho grande a este país".
Trump se siente seguro rodeado de "halcones" como Matt Homan, expolicía y exjefe de ICE y quien será el nuevo "zar de fronteras", o Stephen Miller, exconsejero en la Casa Blanca, ambos promotores de la separación de familias de inmigrantes tanto como método de persecución como de disuasión. A Homan se le atribuyen la separación de 5,000 familias y las redadas indiscriminadas en centros de trabajo.
Pero Obama le recordó que "vivir en una democracia consiste en reconocer que nuestro punto de vista no siempre ganará".
Según Obama, el progreso exige "buena fe y gracia" hasta con aquellos con los que se discrepa. "Así es como hemos llegado hasta aquí y así es como seguiremos construyendo un país más justo y equitativo, más igualitario y más libre".