El féretro con el cuerpo del expresidente de Estados Unidos Jimmy Carter (1977-1981) permanece en capilla ardiente en el Capitolio, de donde este jueves será trasladado a la Catedral Nacional de Washington para un funeral de Estado. En la rotonda esperaba la vicepresidenta de EE.UU., Kamala Harris,, quien pronunció un discurso en el que definió a Carter como "ese ejemplo demasiado raro de hombre dotado que además camina con humildad, modestia y gracia" y lo describió como un "un presidente con visión de futuro".
Pero en la mente del americano promedio será recordado por las colas interminables de carros esperando a llenar sus tanques con los precios más altos de combustible jamás vistos y las consecuencias en parte de la caída de Irán en la teocracia yihadista del ayatola Khomeini, que lo llevó de ser un país relativamente moderno pero autoritario a un estado fundamentalista Islámico sistemáticamente violador de los derechos humanos, sobre todo de las mujeres y considerado como patrocinador de movimientos terroristas en el mundo.
Si bien como logro se le atribuyen los esfuerzos por la paz en Medio Oriente a partir de los acuerdos de Camp David entre Israel y Egipto, que comandó a las naciones árabes que quisieron destruir a la naciente nación hebrea, la toma del poder por los musulmanes fundamentalistas le pasó pronto la factura cuando éstos se tomaron la embajada de los Estados Unidos y mantuvieron como rehenes por 444 días a su personal. Una misión militar pereció cuando intentó ir en su rescate.
La reprobación ciudadana por ambos hechos impidió que Carter pudiera reelegirse en 1981 frente a Ronald Reagan.
Irán, por su parte, patrocinó en adelante el surgimiento de movimientos terroristas que incluso en 1982 volaron un cuartel entero con soldados estadounidenses y británicos y dieron paso a organizaciones como Hezbolá y Hamás. La llegada de los ayatolas también desencadenó una sangrienta guerra entre Irán e Irak que duró más de una década.
Política de "derechos humanos" y nuevos despotismos
En Centro América el retiro del apoyo de EE.UU. al régimen autoritario de Somoza dio Nicaragua dio paso al régimen de Ortega que, con un paréntesis en los años 90, ha sostenido el poder con muchísimo más crueldad que el gobierno de Somoza que derrocó. La "política de derechos humanos" fue aprovechada por las guerrillas marxistas para sus guerras en Centroamérica.
Contribuyó a la caída de regímenes autoritarios de derecha, pero no denunció ni combatió con la misma energía a las dictaduras de izquierda y marxistas que les siguieron, lo que permitió la oxigenación del régimen cubano y el surgimiento de nuevos despotismos como el de Hugo Chávez en Venezuela más recientemente.
El siguiente paso fue Corea, dividida entre los comunistas y una democracia apoyada por Estados Unidos, que tenía tropas protegiéndola. El señor Carter dispuso sacar las tropas, lo que fue objetado por el jefe de las mismas, el general Singlaub, quien publicó una carta en el Washington Post señalando lo que eso significaría, fue destituido de inmediato por Carter pero la reacción fue contundente: las tropas permanecieron allí, frente a una Corea beligerante y comunista.
Las acciones de Carter llevaron a acontecimientos nocivos e irreversibles en la configuración política y social del mundo moderno. Sin embargo, en 2002 recibió el premio Nobel de la Paz.
Esa es la otra cara del legado de Cárter, a quien van a enterrar con toda solemnidad.