El “tumulto” de candidatos de los dos principales partidos políticos de Estados Unidos indica cómo algunos personajes sin trayectoria ni credenciales de mérito se cuelan creyendo tener la capacidad para dirigir los destinos del país, entre ellos el mismísimo Trump y fichas de esa clase.
Entre los demócratas hay tres postulantes, incluyendo al presidente Biden, en tanto que los republicanos tienen 12 con Trump a la cabeza y hay uno de otros partidos.
Los demócratas tienen también al alcalde de Miami, el hijo de Robert Kennedy, un adalid contra las vacunas de todo tipo.
Los republicanos tienen un abanico que incluye a polémicos como Trump y DeSantis con la agenda anti-inmigrantes entre sus prioridades, el exvicepresidente Mike Pence con el voto evangélico y el excongresista Will Hurd, exrepresentante por Texas y contrario a Trump.
Donald Trump persiste en la campaña pese a los procesos judiciales que se han desarrollado contra él por las denuncias de abuso sexual y difamación y supuesta retención de información clasificada y que ha sido notificado que viene otro por el asalto al Capitolio en enero de 2021.
Este quizá sea la investigación más determinante porque la toma del Congreso, que dejó cinco muertos y 140 heridos, principalmente policías, fue un ataque a la misma democracia y a los principios que rigen la República.
El mismo DeSantis le ha enrostrado a Trump que pudo haber frenado a la turbamulta que invadió la sede del Legislativo. “Creo que se demostró que (Trump) estaba en la Casa Blanca y no hizo nada mientras las cosas sucedían”, dijo el gobernador de Florida.
Aunque no se pronuncian, Trump parece un motivo de preocupación entre los aliados de EE.UU. porque él se vuelve impredecible ante temas como el comercio, las relaciones y la seguridad internacional, sobre todo si retiraría el apoyo a Ucrania frente a Rusia.
El propósito de la próxima campaña electoral debe ser el rescate del país
Ningún candidato puede aspirar a “mover masas a su favor” si no presenta un programa claro y sensato. En el caso de El Salvador, esencialmente lo medular de la venidera campaña electoral es el rescate del país en el sentido de encajarlo en un Orden de Derecho, vale decir encuadrarlo en lo racional, lo ético y lo democrático, en restablecer la separación de poderes y la rendición de cuentas, lo que se irrespeta desde la llegada de Bukele al poder.
Ser “popular”, arrasar en una elección, no es una “patente de corso” para hacer lo que viene en gana, sino que, por el contrario, coloca sobre los hombros de los elegidos la responsabilidad cívica y moral de guiar con sabiduría la nave del Estado. De igual manera cuidar las instituciones, proteger el patrimonio público, esforzarse para lograr la pacífica convivencia de todos, es el principal deber del hombre de Estado.
Durante los tres años que lleva este régimen en el poder, el endeudamiento —quiere decir lo que a todos tocara pagar— se ha incrementado en forma exorbitante pero sin que se sepa dónde está el dinero y cuál es el fin que se le pretenda dar, a lo que se agrega que los servicios públicos, la educación, la asistencia médica a los sectores de menor ingreso ha ido desplomándose, al punto que faltan medicamentos para atender dolencias crónicas pero se sanciona a quienes lo revelen.
A esto se agregan las miles de denuncias de violaciones a los derechos humanos por el estado de excepción y el horror de las cárceles, que aunque el vicepresidente diga que “se exagera”, la realidad es que han muerto más de 150 detenidos y familiares de la mayoría de ellos dice que los cadáveres tenían golpes y señales de tortura, aunque los forenses certifiquen “edemas pulmonares”.