El Tribunal (Supremo Electoral) tiene la responsabilidad de lo que creemos es un caos orquestado. Se ha hecho fallar el sistema de manera orquestada”… Así resumió la diputada Claudia Ortiz el fracaso del TSE que ha llevado a repetir el recuento de voto de manera manual, un inexcusable retroceso en décadas en la era de los avances tecnológicos. Esto sin contar la millonada que se pagó para algo que no funcionó.
Lo que la legisladora dice de una manera contundente los salvadoreños de a pie lo definirían coloquialmente como “en río revuelto, ganancia de pescadores”. Alguien seguramente se quiere beneficiar con este desmadre.
Los salvadoreños, bien inclinados al fútbol, lo comparan a un partido en el que el equipo leñero hace toda clase de agresiones y saca ventaja y gana finalmente, no por ser el mejor, sino por la sumisión del árbitro.
Las deficiencias no se limitaron a la imposibilidad de transmitir resultados de los comicios, sino a hechos tan básicos como convocar a ciudadanos para integrar las mesas de votación y despedirlos supuestamente para colocar a otros ligados al oficialismo; no contar con instrumentales mínimos, trabajar en la penumbra por falta de energía, llegar hasta la madrugada sin poder avanzar, lo cual obligó a los ciudadanos a tirarse a dormir en el piso, como lo mostró El Diario de Hoy en su portada del martes.
La misma Misión de Observadores de la OEA señaló que el procesamiento y transmisión de resultados fue “extremadamente lento” y que los retrasos dejaron en evidencia que el sistema del TSE “no funcionó como estaba previsto y fue deficiente”.
La Misión afirmó que los problemas presentados durante la jornada electoral en su mayoría eran “previsibles y que no hubo planes de contingencia para atenderlos oportunamente”.
Lo que los salvadoreños pensantes deben reflexionar es a quién favorece este estado de cosas, este “caos” como lo califica la diputada.
Es de triste recordación la época de fraudes mediante la “operación tamales”, que implicaba rellenar urnas y luego dar por ganador al oficialismo. Ni siquiera se molestaban en dar las cifras finales. Sólo venía la proclamación inmediata y ¡santas pascuas!, como se pretendió que ocurriera el domingo, cuando sin resultados formales el oficialismo cantó victoria.
Aunque no se pone en duda el gane presidencial porque no hay cifras oficiales como se ha dicho, al parecer lo que les preocupa es que la oposición pueda obtener más curules de los que les quieren dar. Como se dijo, quieren “pulverizarla” a toda costa y que quede un partido único, como lo hay en Cuba, China y otras dictaduras.
Magistrados del TSE dicen que “harán una investigación” y “certificarán a la Fiscalía” sobre este pandemónium, pero eso no resuelve nada, sólo implica que alguien ganará tiempo con la esperanza de que se apacigüen los ánimos y “se olvide el asunto”.
Todo bajo los fusiles del estado de excepción y leyes favorables al oficialismo
Como se ha venido denunciando, estas elecciones fueron a base de leyes y reformas a conveniencia del partido oficial desde hace más de un año, además de que, como bien lo recoge la Misión de la OEA en su informe preliminar, se hicieron en medio del régimen de excepción que suspende garantías constitucionales y judiciales de los salvadoreños, es decir, de los votantes.
La Misión reconoce que la oposición enfrentó obstáculos para mantenerse activa durante todo el proceso electoral. Asimismo recuerda el cuestionamiento a la reelección presidencial por ser prohibida por la Constitución de la República aunque un grupo de abogados la haya avalado.
Estos hechos, para los observadores, “no contribuyeron a la generación de un escenario ideal de certeza en la contienda”.