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La educación pública en El Salvador: las puertas hacia la nada

Las niñas y niños que pasan por el sistema de educación pública están condenados a sufrir las interminables deficiencias por el sistémico fracaso de la enseñanza estatal.

Por El Diario de Hoy |

Dante en dos partes:


En la inauguración de la megacárcel de Tecoluca, donde se ha estipulado van a internar a 40,000 prisioneros (presuntamente la más grande del mundo), el carcelero del régimen, marcado en la lista Engel, en su presentación dijo con evidente orgullo: “Señor presidente, el que entra aquí jamás va a salir”. Es inconcebible pensar que él estuviera remotamente consciente de la resonancia de su afirmación con las palabras que el Dante puso en la puerta del infierno en La Divina Comedia: “Abandonad toda esperanza quienes aquí entráis”, pero no hay duda de que son igualmente siniestras y no sólo aplican para los que entran por el portón de Tecoluca.


Tecoluca es una manifestación del infierno que se vive en país pues más del 1% de la población está tras las rejas, incontables miles, inocentes, en detención sin condena, o habiendo sido condenados sin respetarles el debido proceso. Y no es que estemos en contra del combate de la criminalidad, sino en defensa del Estado de Derecho y el respeto a las garantías de toda persona.


Las palabras siniestras del carcelero mayor, resonantes con otras, que, aunque el gobierno no las pronuncie explícitamente, se “escuchan” estentóreamente cuando los niños entran al sistema educativo público nacional, como si les dijeran: “Muy pocos niños que pasen por aquí lograrán salir de la miseria”.

Las niñas y niños que pasan por el sistema de educación pública están condenados a sufrir las interminables deficiencias por el sistémico fracaso de la enseñanza estatal. El macabro mensaje del carcelero señalado en la lista Engel reverbera sobre todo en hechos tales como que sólo dos de cada diez niños llegan a la universidad y de esos dos sólo uno logra graduarse.


Hay varias cosas que es necesario aclarar al notar la relación que hay entre el fracaso sistémico de la educación publica y la pobreza crónica que ha sido la base de la violencia que ha azotado al país desde hace varias décadas. Una es que este problema no ha sido exclusivo de este gobierno. Se ha ido formando por mucho tiempo a ciencia y paciencia no sólo de los políticos sino, principalmente, de la población, que no dimensiona la correlación que hay entre la falta de educación y los múltiples males sociales.


Haciendo lo que hicieron “los mismos de siempre”


A este gobierno se le puede culpar de lo mismo que han hecho los anteriores —ignorar el problema— y de haber tirado por la borda los derechos humanos al adoptar exclusivamente la solución del carcelero al complejísimo problema de la criminalidad.

El problema del fracaso de la enseñanza y el aprendizaje es estructural y nos atrevemos a decir “por diseño”. La anterior ministra de Educación, quien renunció —o fue removida— por causas desconocidas, nos afirmó en la única plática que tuvo con editores de este periódico, que había encontrado al tomar posesión de su cargo que los puestos de dirección de los institutos públicos estaban ocupados en más de un 75% por cuadros políticos del FMLN, completamente desposeídos de ambiciones y de planes enfocados en los logros y meritorios de la enseñanza y más bien enquistados en un espíritu de bloque para evitar cualquier evolución de meritocracia basado en el resultado de los niños. Su objetivo, podríamos concluir, ha sido cimentar la mediocridad y asegurar la permanencia de su ideología en la población.


De poco servirá tener la cárcel más grande del mundo si no resuelven los otros grandes problemas del país, entre ellos las deficiencias educativas y la baja o nula preparación de los jóvenes. Tecoluca será como querer ocultar la basura debajo de la alfombra o como una olla de presión que un día no podrá ocultar ni contener una mega-crisis o el desastre nacional.

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Educación Educación Superior Opinión

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